miércoles, 23 de octubre de 2019

Será muy común, pero a mi me encanta. Archibebe común (Tringa totanus). Mazaricu rial.

A finales del pasado mes de septiembre tuve la fortuna de poder disfrutar de la presencia de un ave limícola que a mi particularmente me encanta ver y fotografiar, cuando se deja. 





Digo cuando se deja, porque en mi experiencia hay ejemplares que no aceptan la presencia humana en unas distancias más que prudenciales, y sin embargo, hay otros, como es el caso que os traigo hoy, que no solo no se perturban, sino que se terminan acercando a tú posición ignorándote totalmente.





En esas escasas ocasiones, yo no me resisto a disparar una y otra vez el obturador de mi cámara de fotos, para inmortalizar, en la medida de mis posibilidades, la gran belleza de esta limícola.





Una guapa y elegante ave que casi siempre presenta una gran actividad y por ello te permite fotografiarla en posturas, actitudes y lugares de lo más diverso. 





En el caso concreto del ejemplar que hoy os presento llegó inesperadamente a la ubicación en la que yo me encontraba realizando un extenso reportaje fotográfico a otra maravilla de limícola que os presenté hace unos días, el Correlimos menudo (Calidris minuta). 





Allí se presentó de improviso emitiendo su característico reclamo mientras volaba, y como os podréis imaginar, hizo que toda mi atención se desplazara hacia él, dejando de lado momentáneamente al bueno del Correlimos menudo. 





Como acostumbra a ser habitual, su actividad era frenética, tanto por la búsqueda de alimento, como para evitar que la llegada de las olas le alcanzasen, ya que no parecía que tuviera muchas ganas de mojarse. 





Estábamos ubicados en una zona de pedrero con un terreno un tanto irregular y él no paraba de subir y bajar por las piedras allí depositadas o entre los pequeños acúmulos de ocle en los que abundaban los insectos y algún que otro invertebrado que llevarse al pico. 





Cada cierto tiempo controlaba mi posición y actitud por si las moscas, e incluso el de alguna rapaz que sobrevolaba la zona ante la concentración de limícolas que se encontraba en esa zona.





Tras descartar las posibles amenazas, de nuevo proseguía su actividad dedicándose, de cuando en cuando, a las características limpiezas y acicalamiento de su bello plumaje, como habitualmente realizan todas las aves y que siempre nos proporcionan unas bellas imágenes. 





Ante tanta actividad resultaba más que necesario realizar alguna que otra pausa para echar un breve sueñecito o pigazu que decimos en Asturias y mucho mejor si en esos momentos te puedes beneficiar del calorcito de los escasos rayos del sol. 





También en todo ese ir y venir pude ir observando, y en muchos casos fotografiando, las múltiples variaciones que de su aspecto fue realizando para adaptarse a cada situación concreta, pasando de tener un aspecto súper estilizado, estirando el cuello a tope, a otro mucho más recogido, o hasta rechoncho diría yo, que en ocasiones adoptaba. 





Qué decir de sus conspicuas y largas patas que resaltaban de una sorprendente manera con el fondo oscuro del pedrero, o con los brillos del agua e incluso con los tonos suaves de la arena de la playa. 





No por el hecho de que el Archibebe común (Tringa totanus) sea el más abundante de los cuatro archibebes que habitualmente podemos ver en nuestros litorales (A. común, A. oscuro, A. claro y A. fino) deja de ser, desde mi punto de vista, un ave zancuda con una belleza y elegancia muy particular de la que he tenido la fortuna de poder disfrutar de nuevo y a corta distancia. 





Aparte de ser el archibebe más común o abundante en España, el Archibebe común tiene el privilegio de ser el único que se reproduce en ella, aunque eso sí, en escaso número. 





El Archibebe común pertenece al grupo de las “Charadriiformes”, familia “Scolopacidae” y género “Tringa”. Se trata de un ave limícola de tamaño mediano, con un parecido importante con el Archibebe oscuro “Tringa erythropus” pero con un aspecto menos estilizado que le proporciona sus patas y pico más cortos que aquel.





Tienen un tamaño de entre 24-27 cm de longitud y una envergadura de entre 47-53 cm. Su peso puede llegar a los 170 gr. No hay dimorfismo sexual en esta especie. Se reconocen varias subespecies, pero en la Península y Baleares cría la subespecie “A. totanus”. 





El Archibebe común tiene una distribución paleártica, criando en Eurasia desde Islandia, Islas Británicas, Escandinavia y Europa central y hacia el Este por Rusia y Siberia. También cría en algunos puntos de la Francia atlántica y mediterránea y en Italia. 





En nuestro país son residentes habituales y durante los pasos migratorios (marzo-mayo y julio-octubre) su número se amplía debido a la llegada de algunos ejemplares europeos sobre todo en la costa atlántica andaluza (bahía de Cádiz) y el Mediterráneo (delta del Ebro). A nuestro territorio acuden además, individuos invernantes de toda Europa occidental. 





En España existen núcleos de reproducción en Andalucía occidental, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Cataluña, el sureste ibérico, las islas Baleares y, ocasionalmente, Aragón, Galicia y Extremadura. 





El hábitat preferido del Archibebe común son las aguas costeras, saladares, humedales interiores, lagunas y marismas. 





Su dieta se compone habitualmente de pequeños invertebrados que recogen, bien de la superficie del agua o calando el pico en el fango y entre sus presas favoritas figuran los gusanos de arena y fango, lombrices, moluscos, insectos, crustáceos (pequeños cangrejillos) y ocasionalmente de alguna materia vegetal. 





Estos limícolas aparentemente detectan su presa por la vista, pero a veces meten el pico entreabierto en el limo, por lo que parece que también el tacto tiene su influencia a la hora de comer.





Su periodo reproductivo abarca los meses de abril a finales de junio. Su nido lo excavan en alguna pequeña depresión en el suelo, entre la vegetación de poca altura y lo recubren con hierba seca. Lo acostumbran a situar en terrenos húmedos próximos a ríos, lagunas y marismas. 





La puesta se compone normalmente 3-5 huevos y la incubación viene a durar unos 25 días aproximadamente. Las crías son nidífugas, a las pocas horas de nacer abandonan el nido. 





Las principales amenazas para esta especie la constituyen la pérdida y transformación de sus hábitats como consecuencia de la intensificación agrícola, la roturación de pastizales perimarismeños (delta del Ebro y las marismas del Guadalquivir) y el abandono de salinas tradicionales. 





También hay que tener en cuenta la posible depredación por parte de gatos, perros, ratas y gaviotas, así como las molestias sufridas durante la reproducción. La especie está incluida en el Libro Rojo de las aves de España como “Vulnerable”, y está incluida en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial.

6 comentarios:

  1. estupenda serie de fotos y buena informacion!

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  2. Muchas gracias Clau, tú comentario es todo un halago viniendo de un pedazo de fotógrafo como tú. Eres muy amable. Saludos.

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  3. La verdad es que es un bicho precioso y se le presta menos atención de la que merece. Un saludo y enhorabuena.

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  4. Muchísimas gracias José. A mí siempre me ha encantado y poderle fotografiar cuando se deja, es una maravilla. Saludos cordiales.

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  5. Hola José,
    a mi me encanta también, en los pasos alegran mucho con su canto los humedales, estupenda entrada y además merecida para esta bella limícola.

    Un saludo desde León

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  6. Pues no sabes cómo me alegra coincidir contigo. Estamos acostumbrados a verle pero es una maravilla y, efectivamente, como dices tú, su presencia siempre alegra un montón. Saludo Iker y gracias por el comentario.

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