martes, 7 de mayo de 2019

Un Cabo Peñas para no aburrirse (Parte 1).

En esta primera parte de la entrada os quiero presentar algunos de los avistamientos que a lo largo de los dos últimos días del mes de abril y los tres primeros de mayo, he podido fotografiar y que me han resultado sumamente amenos por la cantidad y variedad de los mismos. 

El primer día que decidí darme una vuelta por ese estupendo entorno de Cabo Peñas, fue el día 29 de abril, ya que las condiciones meteorológicas indicaban que iban a ser favorables para la observación de aves que se ven obligadas a hacer una parada de descanso en su periplo migratorio prenupcial. 

Al primer lugar que decidí acudir nada más llegar, fue a la ya súper conocida charca de lluvia que se forma cerca de la localidad gozoniega de Coneo, pero a media mañana estaba totalmente desierta, por lo que decidí darme una vuelta por la zona del brezal más próxima a la costa. 

Muy poca cosa se movía por esa zona donde soplaban ráfagas de viento considerables que molestaban bastante y que no contribuían en nada para el avistamiento de aves. No obstante, me pareció bastante curiosa las imágenes que protagonizaba una Alondra común (Alauda arvensis) que se estaba protegiendo en el brezo y donde, como podréis comprobar, se mimetizaba perfectamente con el entorno para pasar desapercibida. 





Tuve que acercarme para comprobar que efectivamente se trataba de un pájaro y fue entonces cuando decidió erguirse un poco y enseñarme un poco más de su anatomía.





Al finalizar la mañana volví a pasar por la charca de Coneo y curiosamente había habido una gran afluencia de limícolas. Su número fue posteriormente aumentando con la incorporación de nuevos ejemplares. 





Revisando su composición, puede darme cuenta que la mayoría de las limícolas que habían llegado eran ejemplares de Correlimos común (Calidris alpina) y algún que otro Chotlitejo grande (Charadrius hiaticula).





Siempre he considerado que a esta especie, dada su abundancia (C. común), la minusvaloramos bastante y eso que hay ejemplares de una gran belleza.





Tras hacerles alguna toma un poco más cercana, decidí irme para casa para almorzar pero con la intención de volver a la tarde para ver en que quedaba esa gran llegada de aves limícolas,





Ya por la tarde de ese lunes 29 de abril, encontré que la charca seguía muy animada destacando sobre la figura de las limícolas un bello ejemplar de Tarro blanco (Tadorna tadorna).





Se trataba de una hembra adulta que me permitió sacarle unas cuantas fotografías mientras paseaba de un lado para otro.





También se alimentaba de cuando en cuando.





Me gustaron las imágenes de su colorido plumaje reflejado en el agua.





Mas tarde, les realice unas cuantas fotografías a algún que otro Chorlitejo grande (Charadrius hiaticula). que, poco a poco, se acercaban a mi posición para conocerme.





Había ejemplares con el plumaje más claro, propio del invierno,



y otros con los tonos más oscuros, característicos de la época nupcial.


  
Pero en ambos casos se mostraron sumamente curiosos.





Entre tantos correlimos comunes, destacaba uno en concreto al que pude identificar como un Correlimos zarapatín (Calidris ferruginea).





Su plumaje se diferenciaba claramente de sus vecinos por la ausencia de la mancha oscura en sus partes ventrales y el incipiente cambio a su plumaje nupcial, que poco a poco adquirirá su color rojo óxido que abarcará también a su pecho, flancos y cara. Su denominación científica "Calidris ferruginea" hace clara referencia a ese colorido plumaje nupcial.





También quise reflejar en alguna que otra fotografía las características diferenciales de su pico que le proporciona parte de su denominación común (C. zarapitin), aunque las plantan más próximas no colaboraron para conseguir fotografías más nítidas.





Se trata de una especie habitual en nuestro país durante los pasos migratorios, pero en escasas cantidades.





Otro de los protagonistas de esa tarde del lunes 29 de abril, fue el pequeño Chorlitejo chico (Charadrius dubius).





He de reconocer que me resulta sumamente difícil ignorar su cercana presencia y no realizarle unas cuantas tomas fotográficas. Su pequeño tamaño y esos ojos perfilados de un llamativo color amarillo, me traen por la calle de la amargura. 





Siempre me ha llamado la atención lo tranquilo y confiado de su comportamiento, llegándose a acercar a escasos metros del observador, sin inmutarse lo más mínimo.





La última especie de ave limícola que esa tarde pude observar en la charca fue al Archibebe común (Tringa totanus). Se trataba de cinco ejemplares que accedieron allí volando y emitiendo sus llamativos y característicos sonidos de alarma.





Como muchos ya sabéis, se trata  de una de las pocas aves limícolas que se reproducen en nuestro país, aunque, eso sí, en escaso número.





El conspicuo colorido (naranja intenso) de sus patas y base de su pico, junto con el abundante moteado y estriado de sus partes ventrales, pecho y flancos, le proporcionan una belleza muy particular.

   



Como acostumbra a ser habitual, en la charca no podía faltar una hembra de Ánade real (Anas platyrhynchos) a la que no quería dejar fuera, aunque tan solo permaneció en una zona marginal de la charca durante escasos minutos.





Tras permanecer unos cuantos minutos en los alrededores de esta increíble charca, una vez revisadas cada una de la especies que a lo largo de esa tarde se encontraban allí, decidí ya avanzada la tarde, adentrarme campo a través por los campos de rastrojeras que hay por los alrededores. 





Adentrándome en esa zona, enseguida descubrí a un abundante bando de Chorlito dorado europeo (Pluvialis apricaria) que gracias a que se estaban desplazando lentamente los pude detectar, pues las partes dorsales de esta especie se mimetizan bastante con ese entorno.





Una maravilla de especie que estaba representado por cerca de una docena de ejemplares luciendo sus diversos grados de cambio de plumaje.





En fin, una preciosa especie de la que podemos disfrutar en nuestra región durante los pasos migratorios y en especial en el prenupcial, cuando lucen sus más llamativos plumajes.





Acompañando siempre a este bando de chorlitos dorados,también pude descubrir la sorpresiva presencia de un Combatiente (Calidris pugnax). 





Se trataba de un ejemplar hembra que presenta un plumaje prenupcial mucho más discreto que el de los machos, los cuales en esta época, lucen su llamativa gola de plumas y su penacho cefálico característico.





El pecho y los flancos son blanquecinos y presentan un característico barrado grisáceo.





Destacaban también el color anaranjado de sus patas y la base del pico pálida.





También pude descubrir muy cerca del bando de los chorlitos dorados, a una pareja de Correlimos zarapatin que se alimentaban por la zona. Todo parece indicar que se trataba de dos ejemplares en el que no iba incluido el que previamente había fotografiado en la charca.





Para finalizar esa intensa jornada, pude descubrir también la presencia de un bando menos numeroso de Chorlito gris (Pluvialis squatarola) .





Se desplazaban cercanos al bando de chorlitos dorados y el Combatiente, pero ligeramente separados. En ellos también se podían  diferenciar diversos grados de su plumaje nupcial.





Pequeños bandos de Zarapito trinador (Numenius phaeopus) no dejaron de dar vueltas de un lado para otro en grupos reducidos pero muy ruidosos.




6 comentarios:

  1. Buenísimo y completo el reportaje. Enhorabuena

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  2. Preciosa entrada de esta pequeña pero maravillosa charca y sus alrededores con unas fotografías excelentes. Un saludo.

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  3. Magnífica entrada Jose Ignacio. Cuando fuimos nosotros la charca estaba desierta. Bueno había algunas lavanderas boyeras.
    Un saludo y gracias por la info.
    Luis

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  4. Muchas gracias Jose, tú siempre tan amable. Saludos.

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  5. Luis siento que cuando llegasteis vosotros estuviera desierta, porque animada estuvo un rato. Quedo ansioso de ver tu publicación del viaje que hicisteis a Asturias y que me imagino será estupenda y variadisima como suele ser habitual. Saludos.

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