lunes, 22 de abril de 2019

La pequeña limícola de ojos perfilados. Chorlitejo chico (Charadrius dubius). Mazaricu de les lleres.

Tenía yo pendiente el presentar el reportaje fotográfico que tuve la fortuna de poder realizar a una de las limícolas que, desde mi particular punto de vista, es de las más entrañables de las que ocasionalmente nos visitan en los pasos migratorios. Me estoy refiriendo al pequeño Chorlitejo chico (Charadrius dubius). 




Curiosamente, pude realizarle este reportaje el mismo día (28/03/2019) que le estuve fotografiando en una charca de agua de lluvia que se forma en la localidad de Coneo (Faro Peñas. Asturias) y de cuyo resultado ya os presente alguna que otra fotografía en la anterior entrada a mi blog. 




Como os decía, ese mismo día 28/3, a media mañana decidí acercarme hasta la cercana playa de Bañugues (Gozón. Asturias) con la esperanza de encontrarme con alguna limícola interesante, tal y como ya me había ocurrido dos días antes que estuve fotografiando, allí mismo, a varios ejemplares de Chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus).




Nada más llegar allí, pude diferenciar a lo lejos a tres pequeñas limícolas que en principio y aún sin prismáticos, supuse que se trataban de los chorlitejos patinegros que había visto dos días antes, pero mi sorpresa fue cuando pude reconocer que se trataban de chorlitejos chicos que, como suele ser característico de ellos, se desplazaban caminando rápidamente, de un lado para otro del arenal. 




Otra de las características propias de esta entrañable limícola, que ya en otras ocasiones he podido comprobar (enlace), es que se trata de unas aves sumamente tranquilas y confiadas que te permiten acercarte a su posición sin que se sientan intimidadas y que incluso son ellas las que, una vez que te localizan, se aproximan a tu posición alcanzando unas distancias muy cortas. 




Al igual que ocurrió en días precedentes, aunque fueron días soleados debido a un anticiclón que se había establecido en nuestro país en esos días, la existencia de fuertes ráfagas de viento dificultaba notablemente la observación y la fotografía de aves, tanto que incluso los propios chorlitejos tenían que adoptar posturas y posiciones adecuadas para no verse arrastrados por el viento. 




Estaba claro que la mejor manera para minimizar este contratiempo y además poder conseguir alguna que otra fotografía chula de estas aves, era la de echar cuerpo a tierra y esperar pacientemente a que poco a poco los chorlitejos se fueran aproximando a mi posición. 




Una posición lo más baja posible que no resulta nada, pero lo que se dice nada cómoda, por no decir sumamente incómoda, ya que las cervicales se te quedan a los pocos minutos al “pil-pil”, al tener que soportar a pulso y a tan baja altura la cámara y un pesado teleobjetivo durante unos cuantos minutos. 




También hay que valorar lo que supone el coger una hermosa mojadura, al estar tumbado sobre la arena mojada sin el equipo pertinente, e impregnarte de arena por todo el cuerpo y parte de tú equipo fotográfico, tal y como si fueras una auténtica croqueta. Sin embargo, a pesar de ello, como podréis imaginar, la compensación es mucho mayor. 




Entrando en materia para conocer mejor a esta limícola, decir que el Chorlitejo chico (Charadrius dubius) es un ave limícola que pertenece a la familia “Charadriidae”, género “Charadrius”, de pequeño tamaño, pues tan sólo miden entre los 15-18 cm de longitud y alcanzan una envergadura que puede llegar a los 35 cm y un peso de unos 55 gr aproximadamente. En esta especie, como a continuación veremos, existen unas ligeras diferencias entre los machos y las hembras. 




Ambos sexos tienen el plumaje de la parte dorsal de color pardo grisáceo, al igual que el píleo y las alas con lo que consiguen un gran mimetismo con la arena de la playa, cuando los observas desde arriba. 




A propósito de ese mimetismo, no quiero dejar de hacer una mención especial al hecho de que mientras me encontraba fotografiando a uno de estos ejemplares pude observar los movimientos lentos pero continuos que adoptaba esta pequeña limícola para pasar desapercibida ante la amenaza de un Milano negro que le sobrevolaba. Os dejo la secuencia completa para que la podáis valorar vosotros mismos en su totalidad. 




Lo primero que hizo fue quedarse inmóvil y tan solo flexionar lateralmente su cuello para poder ganar más ángulo de visión y poder mirar hacia arriba. 




A la vez iba flexionando poco a poco sus largas patas, llegando a tumbarse totalmente contra el suelo, de manera que desde arriba el color de sus partes dorsales se confundiera con el color de la arena que le rodeaba. 




Espectacular acción ésta de la que pude ser testigo en primera fila y en la que pude comprobar el gran poder de camuflaje que tiene esta limícola. 





La parte ventral y el pecho son totalmente de color blanco. 




El cuello también es de color blanco y por su parte dorsal sirve para delimitar claramente la cabeza (píleo) de la espalda del ave. En la base del cuello y rodeándola completamente, presentan un collar de color negro que se cierra por su parte delantera, por donde es mucho más grueso, y que contrasta notablemente con el blanco que lo rodea. 




La cabeza es sin duda el rasgo más característico de esta especie. Tienen la frente de color blanco con una franja frontal negra que va de lado a lado (a modo de "diadema") y que se continúa por su parte inferior de otra zona blanca que llega hasta la base del pico. 





En la época de reproducción, también presentan un característico antifaz de color negro que incluye al ojo y que se continúa por su parte delantera de una gruesa brida también negra. Por encima del antifaz tienen una línea blanca que se dirige hacia la nuca. La garganta, por debajo del antifaz y de la brida, es de color blanco. 




Los ojos son grandes y de color negro con el iris marrón y con un conspicuo anillo periocular de color amarillo, que es mucho más intenso durante la primavera. 




El pico es corto, recto y puntiagudo. Es de color negro casi en su totalidad, excepto en la base de la mandíbula inferior que la tienen algo amarillenta. 




La cola es corta y estrecha y de color oscuro por la parte superior. 




Las patas son largas, de color rosáceo pálido (de color “carne”). 




En los machos, fuera de la temporada reproductiva y según se va acercando el invierno, las partes del cuerpo que tenían el plumaje de color negro se van volviendo de un color pardo oscuro y el color amarillo del anillo periocular se hace menos intenso. Las patas pierden el color rosado pálido y se vuelven más amarillentas. 




La principal diferencia entre el macho y la hembra (dimorfismo sexual) en la época estival, estriba en el color de sus plumajes. El macho tiene colores más intensos y vivos, al contrario que la hembra que son más apagados, desapareciendo incluso (dependiendo de cada ejemplar) el intenso color negro de los anillos pectorales y de la cabeza y presentando en general, colores más amarronados. 




En las hembras, las manchas faciales son igualmente de color blanco y negro, pero su antifaz negro finaliza en forma angular cerca de las cobertoras del oído (no es redondeada como en el chorlitejo grande) y la franja negra de su frente, entre los ojos, está separada de la tonalidad pardusca de la parte posterior del capuchón, por una franja blanca. 




Los jóvenes volantones son como los adultos en invierno pero más pálidos y amarronados, sin franjas ni bandas negras intensas en la cabeza, pero con el característico anillo ocular amarillo, aunque, eso sí, con una coloración un tanto más apagada. Tienen tonalidad blanca en la frente, la garganta y el cuello y solo una franja ocular difusa de color marrón amarillento. Su collar no se cierra por delante completamente. Las plumas de su dorso tienen bordes angostos de color amarillento. 




El reclamo del Chorlitejo chico consiste en un silbido agudo y corto, tipo “críiio, críiio”, que emiten especialmente al volar. El canto que entona tanto de día como de noche, es un veloz “pri, pri, pri, pri”. 




Se mueven a paso muy rápido y cuando están parados, acostumbran a hacer un movimiento de flexión con el cuerpo, de arriba abajo, pero sin llegar a doblar las patas. 




En vuelo, el Chorlitejo chico (Charadrius dubius) se distingue del de otros chorlitejos que pueden coincidir en su hábitat, como el Chorlitejo grande (Charadrius hiaticula) y el Chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus), por la falta de franja alar blanca que se puede ver cuando los vemos en vuelo. 




Además de por característico anillo amarillo alrededor del ojo, el Chorlitejo chico también se diferencia del más abundante Chorlitejo grande, por su aspecto más estilizado, con las terciarias muy largas, el pico más largo y fino y el color amarillento de sus patas. También es claramente diferente su reclamo. 




El Chorlitejo chico se distribuye ampliamente por Europa (excepto Escandinavia, Escocia e Irlanda) y Asia. Se reproduce en zonas templadas y mediterráneas, e inverna en África occidental al sur del Sahara. 


En la Península y Baleares se encuentra la subespecie Ch. d. “Curonicus” y está presente como reproductora en todas las comunidades autónomas, destacando por su abundancia en Andalucía, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Aragón y Cataluña. Cría también en Baleares, Canarias y Melilla, pero no se ha citado en Ceuta. En el noroeste es bastante escaso y en Asturias, en concreto, tan sólo se han podido confirmar la reproducción de unas pocas parejas (menos de dos decenas) en los últimos años y sobre todo en el área central (Llanera, Gijón, Corvera, Morcin, Siero y Oviedo).



En España son residentes habituales aunque su número aumenta en marzo-abril y julio-octubre, coincidiendo con los pasos migratorios. 




En cuanto a sus hábitats preferidos, decir que en la época reproductora prefieren distintos tipos de hábitats interiores donde el agua sea dulce y existan guijarros y piedras en las orillas, fundamentalmente en orillas de ríos, pero habiéndose adaptado también a nuevos hábitats como las graveras o a charcas de agua estancada. 




En el invierno, fuera de la época reproductora prefieren los arenales de las playas, marismas, estuarios, salinas, albuferas y arrozales. 




Su alimentación es fundamentalmente insectívora (escarabajos, moscas, hormigas, grillos, libélulas, mariposas, polillas…) pero también comen gusanos, moluscos y arañas. 




La temporada reproductiva la realizan entre los meses de abril y junio. En el mes de abril, pero más a menudo en mayo, llegan a sus lugares de cría, primero los machos y entre 6 y 20 días más tarde, las hembras. 




Construyen el nido aprovechando uno de los varios hoyos que existen en el suelo de terrenos arenosos, de guijarros o de grava, con escasa vegetación, en zonas próximas al agua dulce de ríos, lagunas, graveras, charcas, etc. que tapizan con materia vegetal y piedrecillas. Acostumbran a poner un máximo de 4 huevos. La incubación, llevada a cabo por ambos padres, dura unos 25 días aproximadamente. Las crías son nidífugas y a las pocas horas de nacer abandonan el nido, llegando a volar después de unos 25 días. Los Chorlitejos chicos muestran mucha fidelidad a su lugar de nidificación (filopatria), volviendo a él año tras año. 




A modo de curiosidad, decir que estas aves cuando está criando y se acerca algún intruso o potenciales predadores, son capaces de adoptar una conducta de distracción, consistente en alejarse lo suficiente de los huevos o de los pollos, simulando una actitud de ave herida, con un ala semi-arrastrada, para así reclamar la atención del intruso y alejarle del nido. Cuando éste se ha alejado lo suficiente, emprende un rápido vuelo de huida. No obstante no duda hacer frente a individuos mucho mayores que merodeen su nido. 




El principal problema para su conservación es la alteración o eliminación de su hábitat. La construcción de embalses ha propiciado que las riberas y graveras se hayan cubierto de vegetación al impedirse las avenidas primaverales de los ríos. Otras amenazas son la contaminación y el encauzamiento de los cursos fluviales, las molestias humanas y la depredación por ratas y depredadores aéreos como el Aguilucho lagunero. El dragado de ríos y las explotaciones de áridos pueden favorecer temporalmente la reproducción. Por tanto, la gestión y manejo de graveras, una vez han cesado las actividades extractivas, puede potenciar sus efectivos. Asimismo el aumento de superficie de las orillas puede propiciar la nidificación. El Chorlitejo chico está considerado como “De interés especial” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

1 comentario: