martes, 16 de octubre de 2018

La más fluvial, estilizada y con la cola más larga de las lavanderas españolas. Lavandera cascadeña (Motacilla cinerea). Llavandera rial.

En la anterior entrada al blog destacaba la importancia de la presencia del Mirlo acuático europeo (Cinclus cinclus) como un excelente bio-indicador del estado de pureza de los cursos de aguas, ya que siempre se le asocia con ríos y arroyos de curso permanente cuyas aguas estén limpias y bien oxigenadas. 




Es precisamente en ese maravilloso entorno fluvial donde habitualmente podemos encontrar a la protagonista de esta nueva entrada, la Lavandera cascadeña (Motacilla cinerea), una vecina muy habitual del Mirlo acuático europeo a la que resulta sumamente difícil no observar (y si puedes fotografiar) cuando te desplazas por los cauces de ríos y arroyos de nuestro entorno. 




Al igual que me ha ocurrido con su vecino el Mirlo acuático, el poder obtener fotografías de esta interesante ave con una mediana calidad, no me ha resultado nada fácil, pues se trata de unas aves muy inquietas a las que es habitual ver corriendo y caminando por el suelo en busca de alimento mientras agitan su larga cola continuamente arriba y abajo de una forma muy característica, o efectuando vuelos cortos a lo largo del cauce de ríos y arroyos. 




Además, el carácter de la Lavandera cascadeña es sumamente nervioso y esquivo, ya que al mínimo contacto visual con el ser humano suele levantar el vuelo, aunque como su hábitat es muy reducido, no suele posarse demasiado lejos. 




Su hábitat preferido son los cauces de ríos, arroyos y regatos de curso permanente con aguas limpias y bien oxigenadas, con una cierta pendiente y poco profundas (que permitan el afloramiento de piedras en el curso del río). También es importante que existan abundantes cantos o guijarros en el lecho, ya que les gusta posarse en sustratos duros.




Esas peculiares características las acostumbran a tener pequeños ríos, arroyos y regatos que discurren en entornos con abundantes sombras o con una luz escasa, lo cual dificulta notablemente la toma de fotografías de cierta calidad. Y no sólo eso, sino que además, al ser un pájaro sumamente inquieto, te obliga a tener que utilizar velocidades de obturación elevadas para lograr congelar la imagen y evitar así fotos borrosas. Esas situaciones, a no ser que dispongas de objetivos muy luminosos (los más costosos), hacen que tengas que recurrir a utilizar altas cifras de ISO, lo cual empeora notablemente el poder conseguir fotos de cierta calidad. 




En otras muchas ocasiones y en especial en días soleados, te tienes que enfrentar a importantes contraluces y/o abundantes brillos, reflejos o destellos que se desprenden del agua en movimiento de estos pequeños cauces en los que abundan los rabiones o pequeñas cascadas de agua. Cualquier aficionado a la fotografía sabe que esas circunstancias suponen un gran contratiempo, máxime si se trata de fotografiar a una pequeña ave que tiene un plumaje con unas tonalidades que contrastan poco (muy críptico) y que en muchas ocasiones le permite mimetizarse con el entorno. En fin, todo disculpas para justificar un puñado de fotografías de escasa o mediana calidad pero que me van a servir para conocer mejor a este pajarillo.




No se trata de una especie de ave tan especializada como el Mirlo acuático, que recordemos, es la única ave del orden de las paseriformes que tiene la nada desdeñable capacidad de nadar, bucear e incluso caminar por debajo del agua, contracorriente y manteniéndose unida firmemente al fondo, para conseguir las presas que constituyen su principal alimento. La Lavandera cascadeña, como más adelante veremos, consigue su alimento habitual (insectos y sus larvas) por medio del picoteo en el suelo y en aguas someras, con ocasionales persecuciones andando y en vuelo. 




Entrando en materia y a fin de conocer mejor a esta ave paseriforme, decir que el significado etimológico de su denominación científica “Motacilla cinerea” proviene de los términos latinos “motacilla-ae y “cinereus-a-un” que viene a ser el de “ave que mueve mucho (la cola) de color ceniza o cenicienta”. 




Se trata de una pequeña ave en la que destaca su esbeltez y una larga cola que le hace ser la más estilizada de las lavanderas españolas. Pueden llegar a medir unos 19 cm de longitud, con una envergadura de hasta los 26 cm y un peso que puede llegar a los 21 gr. Su longevidad se estima que ronda hasta los 5 años. Existe dimorfismo sexual en esta especie. 




Si nos centramos en los machos durante la época reproductiva podemos observar que el dorso es de color gris ceniza, excepto el obispillo que es de color amarillo verdoso. 




En la garganta, la parte anterior del cuello y un poco de la parte superior del pecho, presentan una gran mancha de color negro, redondeada a modo de babero.




En los flancos tienen tintes blanquecinos. 




A su vez, la parte inferior del pecho, el vientre y la zona caudal inferior son de un color amarillo limón brillante. 




Cuando la vemos con las alas plegadas podemos observar que las plumas primarias y secundarias son de color pardo negruzco ribeteado de blanco (terciarias) y sin bandas blancas. Vistas en vuelo, si se puede apreciar que sus alas son anchas y cortas y que en ellas destaca una ancha banda alar blanca más nítida en su cara superior, pero de más anchura en la inferior.




La cabeza y la cara son de color gris y en ella podemos diferenciar una poco marcada lista superciliar de color blanco que va desde la base del pico hasta la nuca, así como una brida negra por delante del ojo. También podemos apreciar una ancha subbigotera blanca que desde el pico se dirige hacia atrás y recorre la parte inferior de la cara. 



El pico es fino, puntiagudo y de color negro. 




Los ojos son de un color marrón tan oscuro que parece negro y están rodeados por un fino anillo periocular de color blanco. 




La cola es muy larga, de color negro y con las rectrices externas de cada lado de color blanco y las dos anteriores a ellas de color blanco, pero ribeteadas de negro.




Las patas son medianamente largas (las más cortas de las lavanderas españolas) y de color rosáceo pardusco. 



Los machos durante el invierno por la parte superior son de color gris parduzco. 




La mancha negra de la garganta desaparece y se transforma en un color blanco. 




La ceja y la subbigotera son de color blanco puro. 




El pecho es de color ocráceo. 




El color amarillo del vientre se palidece. 




Las hembras tienen el color del plumaje más apagado que el de los machos. 




Por la parte superior son de un color gris algo verdoso. 




Por la parte inferior son de un color amarillo menos intenso que el de los machos. 




Tienen la lista superciliar de color cremoso blanquecino. 




Tienen la garganta de color blanquecino, a veces con alguna pequeña zona negruzca, no obstante algunas hembras tienen la garganta negra.




En España existen dos subespecies: “Motacilla cinerea cinérea”, que hemos visto hasta ahora y que está presente en la Península Ibérica y la “Motacilla cinerea canriensis”, que está presente en las Islas Canarias, aunque durante el invierno se localiza también en algunos lugares de la Península y en las Islas Baleares, tiene la zona ventral más amarillenta e incluso anaranjada, especialmente durante el periodo reproductor. Ambos sexos son parecidos, pero la hembra nunca tiene la garganta negra y es menos amarilla por abajo. Su tamaño es algo menor que “M. c. cinerea”, con tarso y uña posterior relativamente cortos 




Los jóvenes tienen un gran parecido con las hembras en plumaje invernal, pero tienen los colores con tonos más suaves. 




Por la parte superior son de color pardo grisáceo con tonos verdosos. 




Por la parte inferior son de color ocráceo.




Apenas se les nota la lista superciliar ni la brida. 




Tienen una franja blanca cerca del inicio de las plumas secundarias. 




La Lavandera cascadeña posee un rápido y ondulado vuelo, a menudo a baja altura sobre el río o sus orillas, emitiendo su reclamo que consiste en dos notas agudas, fuertes y metálicas tipo “tsiv-tsiv”. El canto consiste en una sucesión de reclamos repetidos “tsiviss-tsiviss-tisviis…”. No suele volar lejos y se posa corrientemente en una piedra de la orilla o en una rama colgante de un arbusto o árbol.




Habitualmente se la ve al descubierto corriendo o caminando por el suelo de las riberas y entre las piedras, picoteando el suelo y realizando vuelos cortos y cabriolas en el aire en persecución de dípteros y otros pequeños insectos que pasan volando. Al posarse despliega la cola un instante y luego repetidamente la sube y baja de forma característica. También realiza movimientos de la cabeza hacia adelante y atrás.




A nivel mundial se distribuye por Europa, Eurasia y el norte de África. 


En nuestro país son residentes habituales y están ampliamente distribuidas, aunque durante el invierno su número aumenta ligeramente debido a la llegada de individuos procedentes de Europa (sobre todo de Francia y Bélgica) que acuden para pasar el período invernal. Los pasos se producen entre febrero y abril y entre septiembre y noviembre; en promedio, los jóvenes llegan un mes antes que los adultos. 


Es más frecuente en Galicia, Cornisa Cantábrica, Pirineos, Sistemas Ibérico y Central, Sierras Béticas y Penibéticas. Falta en muchas zonas llanas de las submesetas norte y sur, así como en gran parte del valle del Ebro, del Guadalquivir, y en grandes sectores de la costa mediterránea. Migrante e invernante en Baleares. Residente en Gran Canaria, Tenerife, La Gomera y La Palma. 


La subespecie “Motacilla cinerea cinerea” se halla presente en la Península y Baleares, fundamentalmente en zonas montañosas y está ausente en ambas Mesetas, la costa mediterránea, el sureste y los grandes valles fluviales mientras, En las Canarias (La Palma, La Gomera, Gran Canaria y Tenerife) se localiza la subespecie “Motacilla cinerea canriensis” que en invierno se encuentra más extendida, ocupando también zonas llanas de la Península, Baleares. 




Como ya comenté anteriormente, su hábitat principal se encuentra en zonas montañosas próximas al agua, como son las riberas de los arroyos y de los ríos con corriente rápida y con playas de cantos rodados y riberas rocosas. Durante el invierno también se encuentran en los tramos bajos de los ríos y de los arroyos, en los canales, en las charcas, en los campos de cultivo y en las playas. En esta época se reúne en pequeños dormideros, integrados por algunas decenas de aves. 




Su alimentación se compone fundamentalmente de insectos y sus larvas, especialmente mosquitos, moscas, efímeras, escarabajos de agua y larvas de odonatos. 




Las lavanderas cascadeñas son aves poco gregarias que suelen ir solas o en parejas y que durante la época reproductiva son muy territoriales pero durante el invierno suelen reunirse en dormideros que pueden ser bastante numerosos. 




Su periodo reproductivo abarca entre los meses de marzo y agosto, pudiendo llegar a efectuar 2-3 puestas al año. Ambos progenitores construyen un nido forma de cuenco cerca del agua, normalmente en las oquedades existentes en los taludes situados en las riberas de los ríos así como en las que hay en los edificios, en los muros, en los puentes, entre las rocas o entre las raíces, no obstante otras veces utilizan los nidos abandonados de otras aves. Para su elaboración utilizan pequeñas ramitas, pequeñas raíces, hierbas secas y musgo, después lo tapizan con pelos. 




La puesta se compone habitualmente de 4-6 huevos que son incubados por ambos sexos durante unos 12 días aproximadamente. Las crías abandonan el nido cuando tienen unos 10-15 días de edad pero siguen siendo atendidas por sus padres durante una semana más. 




La Lavandera cascadeña no está considerada como una especie amenazada, sin embargo se pueden ver afectadas por la pérdida de su hábitat natural a consecuencia de los cambios en los cursos de las aguas, como por ejemplo las canalizaciones, la destrucción de la vegetación de ribera, entre otros, así como la contaminación de las aguas fluviales. En el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, está identificada como “De interés especial”.

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