sábado, 4 de agosto de 2018

Así da gusto verlos. Realizando una gran labor. Buitre leonado (Gyps fulvus). Utre.

En una de mis recientes salidas a la alta montaña Astur Leonesa de las que en las últimas semanas os voy dando noticias, pude disfrutar de lo lindo observando en un auténtico “palco de platea” un impresionante espectáculo, que aunque ya he tenido oportunidad de observar en anteriores ocasiones, no acabo de acostumbrarme y cada vez que tengo la suerte de encontrarme con él, no deja de sorprenderme.




Si a cualquier aficionado a la observación y fotografía de aves le dices que has tenido un encuentro en plena montaña con varios buitres leonados, no sería de extrañar que no le diera la menor importancia, ya que estamos hablando del ave carroñera más abundante en nuestro entorno, a la que estamos bastante acostumbrados a encontrarnos con ella, sobre todo en los ambientes de montaña.




En esta ocasión el encuentro con estas impresionantes rapaces lo he tenido en la parte leonesa del Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa, en lo alto del Puerto de la Cubilla (1689 msnm), también conocido como Puerto Pinos, Puerto de Mieres o Alto del Palo, concretamente cerca de lo que antiguamente era el bar y casa de comidas “Casa Mieres”.




Aquí quiero hacer un inciso para explicar a aquellos lectores que no la conozcan, la curiosa e interesante historia de estos territorios (unas 1000 hectáreas en el puerto de Pinos) originariamente leoneses (término municipal de San Emiliano), ya que allá por 1926, el ayuntamiento de la localidad asturiana de Mieres, tuvo la oportunidad de adquirirlos en una subasta pública, por la nada desdeñable cantidad para aquella época, de 415.600 pesetas. 




La finalidad de esa importante inversión era que el ganado de la zona pudiera pastar durante la temporada estival en la montaña, ya que los tribunales de justicia habían cerrado la posibilidad de pudieran hacerlo en los montes de Lena y en los del concejo del Caudal. 




Es decir, estamos hablando de que desde entonces hasta la actualidad, se trata de unos pastos propiedad del ayuntamiento de Mieres, que se encuentran asentados en territorios fuera de su ámbito municipal, ubicados en la provincia de León (Comunidad de Castilla y León), eso sí, con la condición de que los ganaderos de los pueblos leoneses colindantes, puedan seguir llevando sus ganados a pastar en esa zona (Monte Pinos).




Era primera hora de la mañana cuando llegue a esa zona y tras aparcar el coche y echar un vistazo a ese precioso entorno, pude observar cómo había varia varios ejemplares de buitres leonados cicleando en una zona concreta cercana a mi posición.




Tras echar mano a los prismáticos, pude apreciar como muchos de ellos terminaban tomando tierra en distintas zonas elevadas, no muy separadas entre ellas, mientras cada vez se podía apreciar cómo se iban sumando ejemplares que venían de otros territorios.




Ante semejante manifestación decidí iniciar una cierta aproximación bordeando la zona donde la mayor parte de ellos aterrizaban. Objetivo difícil de conseguir pues la zona estaba en una curiosa pendiente que, como ocurre en toda esa zona, está totalmente exenta de vegetación de cierta altura y de arboles, con lo cual las únicas posibilidades de pasar inadvertido, era la de atrincherarte detrás de algún grupo de las escasas rocas que salpican esas laderas.




Tras conseguir llegar a unas rocas que se encontraban a una distancia prudencial como para poder observar la zona con más facilidad, pude apreciar como entre las rapaces que se iban incorporando a la zona, había varios grupos de chovas piquirrojas y piquigualdas, así como varias cornejas y más de un Alimoche común adulto que se acompañaba de algún juvenil de esa misma especie. Incluso pude apreciar a una mayor distancia a un ejemplar macho de Aguilucho cenizo, que no llego a acercarse lo suficiente a la zona de mayor concentración de buitres, por lo que tan solo le pude sacar alguna foto testimonial que me permitió su correcta identificación posterior.






Me extrañó no distinguir inicialmente a ningún Buitre negro, pero no pasó mucho tiempo, cuando pude ver llegar a la zona, la silueta inconfundible de una pareja de ellos que no llegaron a tomar tierra durante el tiempo que yo permanecí allí..




La actividad que se podía percibir por la zona era bastante frenética y tras poder atrincherarme malamente en un grupo de rocas, pude empezar a realizar algunas fotografías a las aves que pasaban volando a escasos metros de mi inestable posición.




Digo inestable posición, porque estaba ubicado en una pendiente curiosa y ponerte a realizar fotografías con un pesado teleobjetivo, a pulso, y a tantos y tan variados individuos, era complicado, pues llega un momento en que prácticamente te tienes que retorcer sobre tus propios pies para poderles seguir el vuelo y mantener el equilibrio e esas condiciones, no resulta nada fácil.




La verdad es que me resultaba bastante difícil acostumbrarme a estar a tan poca distancia de esas majestuosas aves, viéndolas sobrevolar mi posición con su impresionante envergadura planeando, realizando tan solo unos escasos aleteos para variar de rumbo y no disparar la cámara una y otra vez, para inmortalizar cada uno de esos impresionantes momentos.




Me asediaban por aire y por tierra, ya que al realizar un traspié muchos de los ejemplares que se encontraban posados comenzaron a levantar el vuelo, contagiando al resto a realizar la misma maniobra. 




Tarea nada fácil para ellos, esa de iniciar el vuelo desde el suelo, dado su gran peso y envergadura, lo que les suponía tener que mover con potencia sus enormes alas a la vez que intentaban coger alguna corriente de aire que les hiciera alcanzar algo altura sin tanto esfuerzo. 




Verlos venir de frente a escasa altura, aleteando y mirándote fijamente a los ojos, es bastante impresionante, por no decir algo acongojante, pero sin duda supone unos momentos inolvidables.




Tras concluir esa gran estampida, tuve un poco de tranquilidad para poderme dedicar a revisar detenidamente la posible causa de semejante concentración de aves carroñeras. La respuesta no tardó en llegar, pues pegado a un grupo de rocas de una empinada ladera, pude descubrir el enorme tamaño de una vaca adulta muerta que posiblemente se cayó rodando al descender por la pendiente de la ladera y terminó topando con la cabeza en una gran roca, lo que probablemente le ocasionó la muerte.




Por el aspecto que tenía, estaba claro que llevaba muerta varios días, pero todavía quedaba bastante ”chicha”, como podéis comprobar en las fotografías. Como es habitual, ya habían sido atacadas las aperturas naturales de la vaca y presentaba un único orificio en la mitad del abdomen que permitía el acceso justo de la cabeza de un Buitre leonado, para así poder llegar a las vísceras.




Tras haber levantado el vuelo la mayoría de los buitres más próximos al cadáver de la vaca, allí sólo permaneció un ejemplar joven, que tímidamente y tras acercarse lentamente, encontró su oportunidad para poder acceder al único acceso del abdomen. El resto de buitres estaban volando y cicleando por la zona o posados en puntos elevados del terreno de los alrededores a la espera.




Impresionaba ver como una y otra vez introducía su cabeza y la totalidad de su largo cuello para poder extraer el alimento y el nauseabundo olor que llegaba a mi posición cuando cambiaba mínimamente de dirección, el poco aire que corría. 





Pero esa tranquilidad de estar alimentándose solo, le iba a durar poco tiempo al joven leonado, ya que tras ir cogiendo confianza y comprobar que yo no representaba una amenaza importante, el resto de buitres que estaban volando, iban descendiendo y tomando tierra en las proximidades.





Fue a partir de entonces cuando pude observar con todo detenimiento, el ritual que representaba cada candidato al festín, que contrariamente a lo que había observado en otras ocasiones similares, no lo hacían en grupo, peleándose unos con otros para tener preferencia para alimentarse, sino de uno en uno y repitiendo en todas las ocasiones los mismos gestos y movimientos. 




El motivo tal vez fuera porque no habían intervenido suficientemente los buitres negros, que con su potente pico son los únicos capaces de perforar la dura piel de la vaca, y por eso era por lo que tan sólo había un único acceso al interior del animal muerto.




Según llegaba a la zona los buitres que se postulaban para comer, lo primero que hacían era desplegar al máximo sus enormes alas adoptando una posición erguida y con el largo cuello estirado e inclinado hacia delante, para así intimidar a sus contrincantes más cercanos a los que, poco a poco, se iban aproximando dando pequeños saltos.




A la vez que exhibían su enorme envergadura y amenazaban con su potente pico estirando e inclinando el cuello, de forma sistemática cada individuo que llegaba levantaba y movía hacia delante, primero una pata y luego la otra, enseñando a su contrincante las potentes garras a las que se exponía.










Acompañando a este curioso y amenazante ritual, emitían continuamente unos sonoros graznidos, a modo de bufidos, que se dejaban oír a distancia y erizaban las plumas del dorso. Está claro que utilizaban todas sus armas intimidatorias para enfrentarse a sus contrincantes.








Posteriormente, se producía una pequeña escaramuza y el ganador ya tenía libre acceso a la comida, hasta que de nuevo se iniciaba la llegada de un nuevo contrincante, el cual repetía meticulosamente el mismo ritual. ¡Todo un espectáculo!













Mientras contemplaba una y otra vez la llegada de nuevos ejemplares para alimentarse, recapacitaba y me daba cuenta de que ese espectáculo y la gran labor sanitaria que estaban llevando a cabo estas carroñeras, tan solo era posible porque esa zona concreta cercana a la ya mencionada “Casa Mieres”, geográficamente pertenece a la Comunidad de Castilla y León y en ella la legislación permite que se den esas situaciones y no obliga a los ganaderos a tener que retirar los cadáveres como hasta hace muy poco tiempo ocurría en el Principado de Asturias.







Afortunadamente, esa situación ha revertido recientemente y las aves carroñeras también se podrán alimentar en territorio asturiano. Parece que han tenido que transcurrir varios años, para que los políticos de turno se cayeran del guindo y permitieran que estas impresionantes aves necrófagas se alimentaran libremente, a la vez que cumplían la gran misión de mantener el equilibrio sanitario de los ecosistemas. No nos olvidemos de que los buitres son el método más natural, barato, sencillo, higiénico y hermoso para reciclar los animales muertos.





El Buitre leonado cuya denominación científica “Gyps fulvus” proviene del término griego “gips”: buitre y del latín “fulvus-a-um”: amarillento, leonado, rojizo, pertenece a la familia "Accipitridae" y tras el Buitre negro, es una de las aves carroñeras de mayor tamaño y envergadura de Europa y también una de las más longevas. Pueden alcanzar una longitud de entre 95-110 cm y su envergadura oscila entre los 230-265 cm. Su peso oscila entre los 6 y los 10 Kg. No hay dimorfismo sexual en esta especie aunque las hembras suelen ser algo más pequeñas que los machos.





Su coloración general podíamos definirla como pardo-grisácea y aunque el color varía mucho de unos ejemplares a otros. El adulto tiene la espalda y el dorso de las alas marrón pálido o pardo canelo con un ligero tinte grisáceo (de ahí su denominación como “leonado”) y se tornan marrón oscuro o negro en las rectrices de la cola y extremo de las rémiges. 








Las partes inferiores son de color pardo algo rojizas en varios tonos y a menudo unos individuos no se parecen a otros, variaciones debidas casi siempre a la diferente edad y estados de la muda.







Las alas son largas y muy anchas y como antes mencionaba, son de color pardo leonado con las plumas primarias de color negro, salvo en los individuos más viejos que las tienen de color marrón oscuro. Las plumas primarias presentan una digitación profunda. 





Pero tal vez el detalle que más llama la atención es su largo cuello desnudo de plumas y cubierto, únicamente, con un corto plumón de color blanco crema, al igual que la cabeza. En la parte posterior de su base tiene dos calvas que descubren una piel violácea. Así mismo en el pecho muestra otras dos que descubre voluntariamente y son un auténtico semáforo de su estado de ánimo con colores intensos, rojo, azul y blanco. Sobre los hombros, en la base del cuello está rodeada por plumas largas y delgadas de color blanco a modo de gola o collar (gorguera) que frecuentemente están enmascarado su color por manchas de sangre de las presas. 






El plumaje de adulto lo adquiere gradualmente por una serie de mudas que va efectuando durante cuatro años. En un bando de buitres las variaciones en la tonalidad del plumaje son tan grandes, a veces, como variadas las edades y a menudo dependen de la incidencia de la luz en el momento de la observación. 





La cola es corta y tiene las plumas rectrices de color negro.







La cabeza es pequeña en proporción con el cuerpo y está recubierta de un fino y corto plumón blanquecino.





Los ojos tienen el iris de color amarillento o ambarino.






El pico es de es de color hueso, de tamaño medio, fuerte, robusto y con el extremo curvado hacia abajo, con forma de gancho y especializado en desgarrar tejidos. La cera del pico es de color gris pizarra y amarillento pálido en los lados.







Las patas son cortas, son de color parduzco y son mucho más débiles que las de otras grandes rapaces y con las uñas cortas y romas, ya que no las utilizan para cazar, puesto que son carroñeras estrictas. Esta circunstancia, a la que hay que añadir especialmente el gran peso y lentitud de estas aves, hace que sea prácticamente imposible que los buitres den caza o maten a otros animales.







Los jóvenes por la parte superior suelen ser de un color marrón más oscuro que el de los adultos y además con tonos rojizos. Por la parte inferior suelen ser más rojizos y además suelen tener algunas estrías claras. Tienen el pico de color negruzco. Los ojos son de color pardo oscuro. El plumón de la cabeza y el cuello es más rosáceo que el de los adultos y la gorguera de plumas de la base del cuello es muy patente, desflecada y de color canela o “leonado” y no blancuzco. 







En el segundo año de vida, el Buitre leonado es aún más oscuro que de joven. El plumaje de adulto lo adquiere gradualmente por una serie de mudas que va efectuando durante cuatro años. En un bando de buitres las variaciones en la tonalidad del plumaje son tan grandes, a veces, como variadas las edades y a menudo dependen de la incidencia de la luz en el momento de la observación.






En cuanto a su comportamiento decir que son aves muy gregarias que forman grandes bandos siendo muy característico verlos volar en círculos planeando a gran altura. El Buitre leonado es un ave planeadora más que voladora, pues apenas mueve las alas en el aire, permaneciendo cernido en las altas corrientes durante las horas de más calor del día. Son por tanto, grandes planeadoras, de esa forma recorren una inmensa cantidad de kilómetros diariamente en busca de alimento sin realizar un gran esfuerzo. 





Cuando planea, suele mantener las alas un poco por encima de la horizontalidad y los planos de sustentación algo arqueados. Cuando andan lo hacen a saltos y estirando las alas. Existe una jerarquía establecida a la hora de comer.







El Buitre leonado es una especie de distribución bastante amplia, que ocupa el suroeste y sureste de Europa, el noroeste y sur de África, los Balcanes, Turquía, Arabia, Irán, Afganistán, Pakistán y norte de la India.


En España son residentes todo el año y como nidificantes se distribuyen por la mayoría de las cadenas montañosas excepto el sector más occidental de la Cordillera Cantábrica y la mayoría de las sierras litorales del Mediterráneo. El grueso de la población se concentra en Aragón y Castilla y León (hoces del Riaza, entre Segovia y Burgos) fundamentalmente, así como en Andalucía, Navarra, Castilla-La Mancha y Extremadura. Falta, sin embargo, en Galicia, Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla.


Sus hábitats se encuentran en las zonas montañosas u otros lugares donde existan cortados rocosos verticales de difícil acceso que les puedan servir como buitreras, ya sea en zonas de montaña, donde alcanza los 2.000 m de altitud, o en cañones fluviales especialmente si se encuentran junto a valles profundos, ya que ahí se producen grandes corrientes de aire ascendente que utilizan para planear; estas corrientes, llamadas anabáticas, se producen al calentarse los cortados cuando les da el sol.







En cuanto a su alimentación como ya hemos visto antes decir que son carroñeros por excelencia, detectan los cadáveres desde una gran cantidad de kilómetros de distancia gracias a su excelente vista. Actualmente, también frecuenta con asiduidad vertederos, donde obtiene abundantes restos.





El periodo de reproducción lo realizan muy tempranamente, entre mediados de enero y mediados de febrero. Ya en esa época invernal se entregan a frecuentes vuelos de cortejo para reafirmar los lazos de pareja, que son muy intensos y se mantienen de por vida. Durante el periodo de cría se reúnen en grandes colonias, llegando a ser a veces de varios cientos de parejas. Ambos sexos construyen su nido en las repisas, cornisas y cuevas de los cortados rocosos. La puesta suele acontecer muy tempranamente, entre mediados de enero y mediados de febrero. La incubación se prolonga durante 48-54 días y de ella se ocupan ambos sexos de forma bastante equitativa. El cuidado del único pollo supone una larga dedicación por parte de los adultos, que tendrán que alimentarlo durante los 110-115 días que supone su largo desarrollo e, incluso, algún tiempo más, hasta que a finales del verano o comienzos del otoño pueda valerse por sí mismo. A pesar de todo, con 80-90 días el joven buitre ya se desplaza por la repisa y hasta se permite volar cortas distancias, sin que ello suponga que ha alcanzado la madurez suficiente como para dejar el nido. 







En cuanto a los peligros que amenazan esta especie, ya los describimos ampliamente al principio de esta entrada. Tan solo añadir que actualmente el Buitre leonado no cumple los criterios para ser asignado a ninguna categoría de amenaza. La especie aparece en la categoría “De interés especial” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

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