Hoy quiero dedicar esta entrada a un ave que, desde mi particular punto de vista, es una de las rapaces más bellas y elegantes de nuestro entorno, el Milano real ("Milvus milvus"), con la que, a mediados del pasado mes de octubre, pude disfrutar fotografiándola a placer viendo como varios ejemplares realizaban sus ágiles y ligeros planeos en el entorno de la Sierra de Guadarrama.
Me parece increíble que un ave rapaz como el Milano real, que tantas y tantas veces veo volar cerca de la carretera en los viajes en automóvil que, de cuando en cuando, realizo a tierras castellano leonesas, madrileñas o extremeñas, esté considerado como “en peligro de extinción”, al igual que otras emblemáticas aves como el: Quebrantahuesos, Águila imperial ibérica, Urogallo cantábrico, Pico dorsiblanco, Avetoro común, Porrón bastardo o la Cerceta pardilla, entre otras (R. D. 139/2011, de 4 de febrero, para el desarrollo del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y del Catálogo Español de Especies Amenazadas).
Pero lo cierto es que, a pesar de su aparente abundancia, la población de Milano real en nuestro país ha experimentado un acusado descenso en los últimos años. Desde 1994 se vienen realizando censos nacionales de esta especie (3 censos en los inviernos del: 93-94, 03-04 y 13-14) y ya desde entonces se detectó una importante regresión de su área de distribución, lo cual hizo que se pasara de la consideración inicial de “vulnerable” a la de “En peligro” (Libro Rojo de las aves de España. 2005) y “en peligro crítico” según el Libro Rojo de los Vertebrados Amenazados de Andalucía”.
El caso es que esta “severa” calificación no se le ha concedido por casualidad, pues la población invernante de Milano real en nuestro país, ha experimentado un acusado descenso en los últimos años. Sirva como ejemplo la evolución sufrida entre 1994 y 2001 que puso de manifiesto que en tan sólo 7 años (una generación viene a vivir unos 6 años), se había producido un regresión del 50% en Castilla y León, en donde se concentraba la mitad de la población en 1994.
Según el Libro Rojo de las aves de España, en la Península, salvo alguna posible pareja aislada, falta en Galicia, oeste de León, Asturias, Cantabria, Comunidad Valenciana, Murcia, Albacete, Almería, y Málaga. En Cataluña, Guipúzcoa, Vizcaya, cara sur de la cordillera Cantábrica, Sistema Ibérico, llanuras del valle del Duero central, Badajoz, resto de Andalucía y de Castilla-La Mancha, sólo persisten parejas aisladas o pequeños núcleos poblacionales. En Baleares cría en Mallorca y Menorca, y falta en Canarias, Ceuta y Melilla. Al parecer, tan sólo las poblaciones del noreste peninsular (Álava, La Rioja, Navarra, Aragón y Cataluña) parecen mantenerse estables o con incrementos locales.
Hemos de tener en cuenta además, que la población de Milano real en el mundo es bastante baja, quedando acotada en Alemania, Francia y España, países en los que existe el 90% de la población mundial. España es el tercer país con la población reproductora más numerosa, después de Alemania y Francia, y representa del orden del 10% de la población. Existen además, algunos núcleos dispersos y en regresión en el norte de África, islas mediterráneas, Gran Bretaña, Turquía, zona del Cáucaso y países del este de Europa.
Durante el invierno, las poblaciones de Francia y Alemania se desplazan a España y se unen a los que invernan en nuestro país, lo que convierte a España en el principal destino invernal para la especie. Los primeros ejemplares llegan en septiembre, aunque la máxima afluencia ocurre entre octubre y noviembre, alcanzando el máximo en enero. En España algunos son residentes habituales mientras que otros invernan en África.
Según el último censo realizado del Milano real reproductor en nuestro país en 2014, las poblaciones de Castilla y León son las que albergaron más efectivos y junto con Navarra, Extremadura y Aragón representó el grueso de la población reproductora. Destacó la recuperación de la población en las islas Baleares y el crecimiento que están mostrando la población en Cataluña. En Castilla y León, donde se encuentra el núcleo principal de la población, se registró un ligero crecimiento especialmente en las provincias más occidentales (Salamanca, Zamora y León). No obstante, este censo sigue mostrando tendencias negativas en algunas comunidades con contingentes reproductores importantes como Extremadura y Aragón, así como en algunas provincias de Castilla y León como es el caso de Segovia, Ávila, Burgos y Soria. Además, sigue reduciéndose el número de parejas de Andalucía y Castilla-La Mancha.
Constituye todo un espectáculo verles desplazarse con un vuelo extraordinariamente ágil, demostrando una gran maestría en el aire. Cuando vuelan lo hacen batiendo las alas lenta y pausadamente, realizando unos gráciles planeos mientras exploran atentamente el suelo en busca de presas.
No es de extrañar que su forma de planear recuerde al de las cometas y de ahí su denominación inglesa como “Red kite” o “cometa rojo”, dada su coloración general de tonos rojizos que lo diferencia claramente de su familiar el “Black kite” o Milano negro, que presenta un plumaje en general mucho más oscuro (achocolatado).
En otras ocasiones los podemos ver dando giros amplios, aprovechando las corrientes termales, pudiendo llegar a alcanzar una gran altura.
Es característico de su vuelo, el mantener las alas ligeramente adelantadas con respecto al cuerpo y a menudo plegadas con la articulación carpiana echada hacia adelante. Maniobran constantemente con las alas, moviéndolas independientemente y flexionando la cola de lado a lado. También son capaces de mover independientemente las puntas de la cola.
El Milano real (“Milvus milvus”) es un ave rapaz de mediano/grande tamaño, perteneciente a la familia “Accipitridae”, género “Milvus”, que mide entre los 60-70 cm de longitud y hasta 1,70 m de envergadura. Su peso puede llegar a 1,200 Kg. Existe un mínimo dimorfismo sexual en esta especie.
Tienen el dorso de color marrón rojizo con las coberteras alares ribeteadas de un tono más pálido y el centro muy oscuro.
El pecho y el vientre son de color castaño rojizo profusamente rayados de finas líneas verticales de color ocre negruzco, que son más marcadas en el pecho.
Son características sus alas uniformemente estrechas, largas y que en vuelo son arqueadas, teniendo los ángulos cárpales flexionados y la mano caída. Su color es oscuro y en ellas destacan notablemente unas manchas blanquecinas (ventanas) cerca de los extremos que contrastan con el color negro de las puntas de las plumas primarias.
La cabeza y el cuello son de color gris plateado con finas estrías de color pardo oscuro.
El pico es de tamaño medio, está curvado hacia abajo en su extremo, tiene forma de gancho y es de color negro. La cera del pico y las comisuras son de color amarillo.
Su rasgo más característico es su gran cola, ancha y mucho más ahorquillada que la de su congénere, el Milano negro. Su color es blanquecino por la zona inferior y rojizo acastañado por la superior.
Las patas tienen emplumados los tarsos que son de escasa longitud y que le proporciona un aspecto inconfundible cuando esta posado en el suelo. Son de color amarillo con las garras negras.
Las hembras son un poco más oscuras que los machos.
Los jóvenes son similares a los adultos, aunque con una coloración general más clara y uniforme, sin el característico tono grisáceo de la cabeza. Por encima son de color marrón rojizo, pero tienen las puntas estrechas y blancas de las supracoberteras grandes.
La cola es más corta y menos ahorquillada. En vuelo se les distingue fácilmente de los adultos, por tener la zona anal pálida. El pecho y las partes inferiores son pardas con rayas negras más estrechas que en el adulto. El color de los ojos también cambia con la edad, siendo color ámbar grisáceo en los jóvenes y amarillo pálido en los adultos.
Milano negro |
Milano negro |
Se alimentan de aves jóvenes, pequeños mamíferos, conejos, reptiles, anfibios, peces, insectos y otros invertebrados. En invierno son preferentemente carroñeros, siendo asiduos visitantes de los vertederos de basuras, mataderos, muladares o granjas. También con frecuencia se les puede observar planeando a media y baja altura, prospectando los alrededores de las carreteras, en búsqueda de animales muertos por el tráfico rodado, de los que con frecuencia también se alimentan.
Tienen un comportamiento gregario, reuniéndose durante el invierno en grandes grupos en los dormideros situados en árboles de gran tamaño de bosquetes o pequeños sotos fluviales. También es frecuente verles formando grupos, cuando merodean en los alrededores de los vertederos de basura de las ciudades.
Su hábitat principal son las zonas forestales de media montaña con amplias campiñas despejadas en sus proximidades donde obtener alimento. Por su parte, los ejemplares invernantes acostumbran a habitar en amplias zonas despejadas con campiñas y cultivos, en ocasiones muy próximas a núcleos habitados (vertederos), que prospectan durante buena parte del día en busca de alimento.
A principios de primavera es muy llamativo verles realizar el cortejo nupcial durante el cual realizan con su pareja numerosas y complicadas acrobacias en el aire acompañadas de numerosas manifestaciones sonoras.
El periodo de reproducción lo llevan a cabo entre los meses de marzo a mayo. Construyen el nido sobre una horquilla o en una rama latera de árboles de gran tamaño, a considerable altura sobre el suelo. En otras ocasiones utilizan los nidos abandonados de los córvidos o de otras rapaces a los cuales aportan ramas entre las que entrelazan diversos materiales como son el musgo, lana, tierra e incluso trozos de papel, tela y plástico. La puesta se compone normalmente de 2-3 huevos y la incubación, que corre a cargo de la hembra, dura unos 30 días aproximadamente. Las crías abandonan el nido alrededor cuando tienen unos 45-50 días de edad.
En lo referente a las amenazas que se ciernen sobre esta especie caben destacar: la caza ilegal, la ingestión de cebos envenenados, la intoxicación por raticidas, pesticidas y otras sustancias zoosanitarias, la pérdida de hábitat de nidificación, la electrocución y choques con tendidos eléctricos, muertes en parques eólicos, la pérdida del hábitat, molestias en época de cría, expolio de huevos y crías, cambios en usos agrícolas y ganaderos, desaparición de muladares y las interacciones con otras especies, que pueden desplazarlo. Todo ello ha contribuido a una clara reducción de los efectivos de la especie y a un descenso de la invernada en nuestro país.
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