domingo, 18 de octubre de 2015

La más espectacular y exótica de nuestras aves acuáticas. Flamenco común (Phoenicopterus roseus).

Pues sí, a mi modo de ver, el Flamenco común es la más espectacular y exótica de nuestras aves acuáticas y hoy toca de nuevo hablar de él, ya que este verano he vuelto a tener la fortuna de reencontrarme con él, lo cual me ha proporcionado un gran placer ya que he podido observarlos durante largo tiempo y realizarles un extenso reportaje fotográfico.





Y digo que he vuelto a verlos de nuevo, porque mi primer encuentro lo tuve el año pasado y a raíz de él le dedique una entrada en mi blog a mediados del mes de noviembre.





Antes de profundizar en las características de esta especie quiero comenzar tratando, como ya viene siendo costumbre, el origen o etimología de la denominación de esta especie. Para ello debemos diferenciar su denominación común “Flamenco común”, de la puramente científica “Phoenicopterus roseus”.





En cuanto a la denominación de “flamenco", al parecer, según se afirma en el "Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana" de Joan Corominas (Ed. Gredos, 1980. ISBN 8424913329, pág. 275), toma su nombre hacia 1330 de los habitantes de Flandes, a quienes los españoles llamaban de esa manera, debido a que encarnaban el prototipo de pueblo nórdico de tez rosada. Otra teoría a este respecto es que el nombre de “flamenco” deriva del "flamear" de sus alas de color rosáceo cuando vuela.





La denominación científica “Phoenicopterus roseus” está relacionada con la mitología griega y en concreto con el Ave Fénix, pues el término "Phoenicopterus" procede de la unión del sustantivo latino de la tercera declinación "Phoenix-phoenicis" (Ave Fénix) con el sufijo derivativo "-pterus" ("ala").





Como ya sabéis el Ave Fénix, según la describió Heródoto, era una especie de águila, de tamaño considerable, con un plumaje de bellos colores en donde se mezclaban el rojo fuego, el azul claro, el púrpura y el oro. Según la mitología solo existía un ejemplar de esta especie, de tal manera que cuando sentía la llegada de su muerte, ella misma preparaba una pira con plantas aromáticas para prenderse fuego a sí misma y poder renacer de sus propias cenizas.





Los flamencos comunes son unas aves bastante altas que miden entre 1,25 y 1,45 m. de longitud y tienen una envergadura de entre 1,4 -1,7 m. Su peso ronda entre 0,8 y 1,9 Kg. Es un ave longeva, pudiendo alcanzar los 40-50 años.





Existe dimorfismo sexual en esta especie que se manifiesta únicamente en el mayor tamaño y peso de los machos.





Se trata de un ave zancuda muy estilizada, elegante y de gran tamaño con un cuello y unas patas muy largas. 





Tienen el cuerpo, cuello y cabeza de color blanquecino con tonos rosáceos. En primavera, las plumas coberteras e infracoberteras alares presentan un intenso color rosa carmesí que contrastan notablemente con las rémiges (primarias y las secundarias) que son de color negro. 





Para poderlo apreciar bien es necesario verlos en vuelo o con las alas desplegadas, ya que en reposo, estas plumas negras aparecen ocultas bajo las coberteras y las largas plumas escapulares. También presentan algunas zonas rosáceas en su corta cola y en el obispillo.





La coloración rosácea de sus plumas procede de los pigmentos carotenoides de los crustáceos y algas con que se alimentan, por lo que la intensidad de su coloración dependerá de su dieta.





En la cabeza destaca el gran tamaño de su grueso pico muy curvado hacia abajo y dotado de múltiples lamelas que le permite filtrar los alimentos del agua. La lengua es carnosa y está dotada de proyecciones pilosas que le ayudan a filtrar el agua y seleccionar las partículas de alimento.





En los adultos, este pico es, en sus dos terceras partes de color rosáceo y el tercio terminal negro.





El cuello es muy largo, delgado y tiene forma de “S”. Está compuesto de 19 vértebras cervicales alargadas que le proporciona una gran capacidad flexibilidad y torsión.





Los ojos son pequeños y de color amarillo con una pequeña pupila negra y están bordeados por un fino anillo periocular blanquecino, que se torna amarillento durante la primavera.





Las patas son delgadas, muy largas y acabadas en pies palmados. Miden entre 40-50 cm y son de color rosa. 





Los jóvenes son de color gris con plumaje pardusco que se decolora rápidamente y muda a casi blanco con rayas de raquis más oscuras y puntas oscuras en coberteras alares, sin ningún tono rosado. El tono rosado lo adquieren gradualmente a partir del segundo año.





Tienen el pico de color gris claro con el extremo negro. Ojos oscuros. 





Sus patas son de color gris y mucho más cortas.





Se distribuyen por Europa (Mediterráneo), África y Asia. 






En España, su número aumenta en invierno a expensas de las aves procedentes de Europa que se quedan para invernar, pero la mayoría lo hacen en África y sólo algunos ejemplares permanecen todo el año. 





En nuestro país su distribución está asociada a los humedales de aguas salinas o salobres, ya sean costeros del litoral mediterráneo o del interior, Andalucía y Castilla-La Mancha. 





En España anida en la laguna de Fuente de Piedra (Málaga), Doñana, marismas del Odiel, la laguna salada de Pétrola (Albacete), cabo de Gata, delta del Ebro, salinas de san Pedro del Pinatar (Murcia) y litorales de Baleares.






Su hábitat preferido son los humedales salinos y o salobres, salinas, albuferas y marismas con aguas someras y en espacios muy abiertos.





Su alimentación es a base de pequeños microorganismos vivos, materia vegetal (semillas y algas), peces diminutos, pequeños crustáceos o moluscos y larvas e insectos adultos.





Para alimentarse caminan parsimoniosamente y balancean su cabeza entre las patas (total o parcialmente sumergida) y remueven con estas el fondo con objeto de que la materia orgánica en suspensión entre en su pico, mientras que el agua es expulsada con la lengua. Los pequeños organismos son filtrados gracias a las laminillas presentes, a modo de peines, a lo largo del borde del pico.





Son aves muy gregarias que forman grandes colonias.





Cuando vuelan lo hacen con el cuello y las patas estiradas, al igual que las espátulas, las cigüeñas y las grullas, formando extensos bandos que pueden llegar a ser de millares de individuos constituyendo un gran espectáculo.





Resulta muy curiosa su forma de levantar el vuelo, cosa que consiguen tras recorrer una gran distancia lo cual produce la sensación de que andan sobre la superficie del agua.





Los bandos emiten constantemente reclamos nasales y guturales, así como cacareos similares a los de los Ánsares comunes.





El periodo de cría lo realizan entre los meses de abril y mayo. En esas fechas se reúnen formando grandes colonias. Suelen reproducirse por primera vez a los cinco años de edad.





Construyen con barro unos característicos nidos con forma de cono truncado.





La hembra deposita en ellos uno o dos huevos, que son incubados por ambos sexos durante unos treinta días. 





Los pollos permanecen algunos días en el nido, pero son bastante precoces y pronto lo abandonan para agruparse en “guarderías”, donde quedan al cuidado de unos pocos adultos mientras la mayor parte de los progenitores se aleja de la colonia en busca de alimento. Los adultos son capaces de localizar su polluelo de entre los cientos o miles de crías, por su llamada.





Para reproducirse precisan de la existencia de humedales con aguas someras, de nivel generalmente constante a lo largo de todo el periodo reproductor, y con islas o zonas terrestres emergidas a salvo de predadores. 





En la época reproductiva son muy sensibles a las injerencias por factores naturales o provocados por el hombre.





El principal riesgo al que se enfrenta la especie reside en la concentración de la mayor parte de su población reproductora en unos pocos enclaves de cría, por lo que cualquier incidencia o situación ambiental adversa puede acarrear el fracaso reproductor de una parte importante de la población en una temporada determinada.





Una primavera parca en lluvias puede causar una desecación más temprana del humedal en el que se asienta la colonia, lo que puede hacer fracasar la reproducción, bien por falta de alimento o por la predación de perros, zorros o jabalíes, que, ante la ausencia de agua, pueden acceder fácilmente a las isletas donde se sitúan los nidos.





El Flamenco común se incluye en el Libro Rojo de las aves de España como “Casi amenazado” y aparece en la categoría “De interés especial” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

4 comentarios:

  1. Vaya fotos más guapas. A los flamencos los tengo unas ganas locas. Gran reportaje Jose Ignacio, un abrazo.

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  2. Pues como siempre, mil gracias Germán. A este paso el día que no me felicites me va a parecer mal.
    Un abrazo.

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  3. Enhorabuena por el artículo y las fotos, saludos

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