jueves, 3 de octubre de 2024

De pajareo por la Sierra N.O. de Madrid (parte 4 y final). Águila calzada (Hieraaetus pennatus). Pico picapinos (Dendrocopos major). Grajilla occidental (Coloeus monedula). Oropéndola europea (Oriolus oriolus).Grajilla occidental (Coloeus monedula).

Finalizo con ésta nueva entrega los reportajes fotográficos que a lo largo del pasado verano he podido realizar tras pasar unos pocos días de vacaciones por la Sierra N.O. de Madrid, y lo quiero iniciar con algunas fotografías de una bella Águila calzada (Hieraaetus pennatus) qué, en un momento dado, en unas de mis salidas de pajareo del mes de agosto, me sobrevoló.


Se trata del águila que está considerada como la más pequeña de las águilas de Europa, motivo por el cual también se la conocía anteriormente como “Aguililla calzada”. Es un ave rapaz de tamaño medio que ronda entre los 42-51 cm de longitud, con una envergadura que puede alcanzar los 1,35 m y un peso de unos 700 gr, en el caso de los machos y en torno a 1 kg en las hembras. Precisamente es el tamaño el único dimorfismo sexual que existe en esta especie, ya que las hembras son ligeramente más grandes que los machos. En libertad suelen viven unos 15 años y la mortalidad juvenil no parece superar el 45%.


Como muchos ya sabréis, estamos ante una clásica especie dimórfica, existiendo dos tipos o fases de coloración bien diferentes: una variedad clara de plumaje y otra oscura, siendo con mucho la fase clara o pálida la que incluye muchos más ejemplares (80%) en comparación con la oscura. Además el ratio de hembras de fase oscura es mucho mayor que el de machos. Al igual que ocurre en otras especies de rapaces dimórficas (Abejero europeo), existen individuos que exhiben una coloración intermedia entre ambas fases que se denomina "rufa" y que son mucho menos comunes que aquellas (un 1% de la población). Obviamente, este es un ejemplar de morfo claro.


Continuando con la entrada, comentar que mi intención al iniciarla ha sido desde un principio denominarla algo así como "El truco del almendruco y las aves", pero al final me he decantado por la continuidad y seguir con la denominación de las tres anteriores denominaciones "De pajareo por la Sierra N.O. de Madrid" y terminar con la cuarta y última parte. 



El motivo por el que tenía esa intención lo basaba en el que, al parecer, el origen más probable de la expresión “el truco del almendruco” se suele utilizar para referirse a un método simple y fácil para llegar a la resolución de algún problema.



Si bien no hay estudios que confirmen al 100% el origen de la expresión, la gran mayoría de los escritos al respecto hablan de que se fraguó en la Edad Media. Por aquellos tiempos no se podía tomar leche de oveja, cabra o vaca, tampoco carne ni cualquier alimento de origen animal durante la cuaresma, que era muy rigurosa. Entonces la leche de almendra era una buena alternativa y se utilizaba en gran cantidad de recetas, especialmente para la repostería.



Pero sin maquinaria como licuadoras o batidoras no resultaba tan sencillo sacar la leche de la almendra, y surgió el famoso “truco del almendruco” que consistía en obtener leche de almendra con el fruto aún inmaduro, verde y más tierno, y machacarlas en un mortero con agua para reblandecerla y miel para quitarle el amargor del fruto temprano.



Así, tomar este pequeño atajo para conseguir la leche de almendras se llamó “truco del almendruco” y aún hoy se sigue utilizando esta expresión para aludir a realizar una pequeña trampa para solucionar algo.



De hecho, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el almendruco es “fruto del almendro, con el mesocarpio todavía verde, el endocarpio, blando, y la semilla a medio cuajarse”, es decir, la almendra sin madurar, con la cubierta exterior aún verde y la semilla sin acabar de tomar la consistencia necesaria.



Pues bien, es a ese "truco del almendruco, al que, desde mi particular punto de vista, recurren algunas especies de aves,  yo he podido ser testigo de ello y , además, he podido fotografiar.



El lugar donde pude realizar la mayor parte de las fotografías que ahora comparto, las realice a primeras horas del día a las afueras de un viejo chalet en el que, entre otras especies de arboles, existen varios ejemplares de almendros que a mediados del mes de agosto estaban repletos de almendrucos.



El primer protagonista en aplicar ese "truco del almendruco" que a mí me sorprendió notablemente, fue un Pico picapinos (Dendrocopos major).



Acostumbrado a ver a esa especie picoteando las cortezas o el tronco de los arboles, o en su caso por el suelo para conseguir insectos o larvas de qué alimentarse, me sorprendió ver como, día tras día, este ejemplar de Pico picapinos se las apañaba para sujetar con sus garras los almendrucos, sin llegar a arrancarlos y, tras separar a base de picotazos la cubierta exterior, aún verde, que recubre a los almendrucos, perforaba la cubierta dura de los mismos para llegar a la almendra aún sin madurar y alimentarse de ella. Esas perforaciones hábilmente conseguidas por el Pico picapinos eran posteriormente utilizadas por no pocos pajarillos para obtener ese rico y nutritivo alimento.



Tal como se puede apreciar en las fotografías, se trataba de un ejemplar macho que tenía muy bien aprendida la lección y, mañana tras mañana, con los primeros rayos de sol no dejaba de pasarse por su particular despensa para conseguir su nutritivo alimento. 



La denominación científica del Pico picapinos es la de “Dendrocopos major” que proviene de los términos griegos: “dendron”, árbol, al que se le añade el de “kopos, -ou”, fatiga, cansancio, trabajo (golpear, sacudir, cortar, picotear, etc.) y el calificativo procedente del latín “maior, oris”, mayor, más grande, que en su conjunto podríamos resumir como “el ave más grande que golpea los árboles”.



Son de destacar en este "pájaro carpintero" unas interesantes adaptaciones morfológicas evolutivas que han llevado a cabo para adecuarse al medio forestal en el que habitualmente se mueven y entre las que cabe destacar:



Las patas son cortas, tienen unos dedos provistos de unas fuertes uñas curvadas y son de color gris verdoso. Al igual que los demás pícidos sus patas también poseen zigodactilia, esto es, tienen dos dedos dirigidos hacia delante y dos hacia atrás. Son unos expertos trepadores que se agarran a los troncos con sus uñas y se apoyan en ellos con las rígidas plumas de su cola.



Disponer de un pico fuerte y poderoso para taladrar las maderas más resistentes, a modo de cincel, para lo cual han tenido que desarrollar mucho los músculos del cuello.



Que sus las plumas rectrices sean rígidas y que actúen como una tercera pata para mejorar la sujeción al tronco en la posición vertical en la que se suelen mover estas aves.



Se alimentan principalmente de insectos (xilófagos) y sobre todo de sus larvas que buscan excavando con el pico en el interior de la madera o bajo las cortezas y también en el suelo. Tras hacer un fino agujero sacan su larga lengua de un estuche situado en el cráneo y alcanzan la larva. Tienen además una saliva pegajosa y viscosa que se adhiere al insecto y por si fuera poca especialización, el final de la lengua tiene unos pelillos córneos ásperos que sirven como ganchos.



También comen frutas como las cerezas y frutos secos (piñones, bellotas, nueces y avellanas) especialmente durante el invierno. Para poder comer estos frutos secos, los cogen con las patas o el pico y los llevan a un lugar adecuado donde sujetándolas bien en alguna rendija o hueco de la madera (usado como yunque), les taladra su cáscara y van extrayendo las semillas o los piñones. De no haber un árbol adecuado en las cercanías que les sirvan para estos propósitos, son capaces de excavar en los árboles próximos, un pequeño agujero u oquedad donde puedan colocar las piñas o frutos secos con cáscara, para posteriormente ir despojándolas de las semillas.



Otras especies de aves de cierta envergadura también seguían un comportamiento parecido. Ese fue el caso de tres especies de la inteligente familia de los córvidos (Corvidae). La primera de ellas y con la que me pude entretener bastante viendo su "modus operandi", fue la Grajilla occidental (Coloeus monedula) que está considerada como uno de los miembros más pequeños del género "Corvus" que podemos encontrar en España.



A lo largo del tiempo que las pude estar observando y fotografiando, a diferencia con el comportamiento de su vecino el Pico picapinos, se alimentaban de los almendrucos en grupos bien organizados siguiendo lo que parecía un orden jerárquico para alimentarse.



Su habilidad para extraer el contenido del almendruco, no tenía nada que ver con la que en todo momento demostraba tener el Pico picapinos.



Además, tuve la ocasión de fotografiar a algunas de ellas arrancando el almendruco de la rama del árbol para llevárselo a su nido o algún otro lugar para esconderlo.



La Grajilla occidental es un ave gregaria y ruidosa, que vive en pequeños grupos con una compleja estructura social.



Se organizan en grupos para alimentarse y dormir, con jerarquías incluso a la hora de la reproducción. 



Tienen fama de muy inteligentes, capaces de recordar lugares, aprender y memorizar acciones. La leyenda popular las tacha de ladronas, como a las urracas. En realidad son oportunistas, aprovechando presas y recursos obtenidos por otras especies.



Debido a su supuesta afición a recoger las monedas, Linneo le dio el nombre científico de "Corvus monedula", eligiendo el nombre específico "monedula" que se deriva de "moneta", la raíz latina de la palabra "moneda". Una afición que comparte con las urracas que tienen la fama de recoger objetos brillantes, como si fueran joyas, para acumularlos en sus nidos.



A diferencia de otros córvidos, manifiesta unos hábitos marcadamente vegetarianos (granos y semillas, frutas, bayas y frutos silvestres), aunque durante la crianza de los pollos captura una gran variedad de invertebrados (insectos y sus larvas, lombrices, moluscos, algún pequeño vertebrado (pequeños roedores, pequeños reptiles), huevos y pollos de aves, desperdicios de la basura y ocasionalmente carroña.



El plumaje de la Grajilla occidental es de color negro con algunas regiones del cuerpo, como es el pecho y la nuca, de color gris ceniza.



Llama especialmente la atención en ésta especie, el iris que es muy claro, de un azul pálido o gris perla, casi blanco en los ejemplares adultos de más de un año.



También destacan las cerdas rictales que cubren alrededor del 40% de la mandíbula superior y el 25% de la mandíbula inferior.



Las jóvenes grajillas, al abandonar el nido, tienen el iris de tono azul pálido, que se convierte en pardusco al mes y va pasando progresivamente al blanco hasta cumplir el año. Antes de la primera muda, tienen la parte superior de la cabeza pardo negruzca con poco brillo; la nuca y lados del cuello son pardos grisáceos y algo más grises las plumas de la cara. El resto del cuerpo posee un marcado tinte pardo negruzco, más pálido en las partes inferiores.



Estamos poco acostumbrados los "pajareros" que vivimos en el norte de la península a esta interesante especie de córvido ya que su distribución es bastante homogénea y abundante por toda la Península, faltando tan solo en buena parte del litoral cantábrico y Pirineos. Ha desaparecido como reproductora de amplias zonas de la meseta Norte, valle del Ebro, meseta Sur, sistema Central, Sierra Morena y sistema Bético. Es escasa en Galicia, algunos puntos del valle del Guadalquivir y en ciertas comarcas de Cataluña y la Meseta sur. Falta en Baleares, Canarias y Melilla, aunque habita en Ceuta.







Los ejemplares adultos con frecuencia emiten una llamada de alimentación para llamar a sus crías, o machos cuando ofrecen alimentos a sus parejas.



No podían faltar en ese ambiente otros dos ejemplares de la familia de los córvidos, como es el caso de la Urraca común (Pica pica), que como ya conoceréis es el córvido más abundante y extendido de todos los existentes en la Península Ibérica. Como el resto de los córvidos se trata de unas aves sumamente inteligentes y también muy desconfiadas y huidizas. Siempre he considerado que tienen un plumaje precioso al que estamos acostumbrados a ver pero no por eso le debemos dejar de valorar su extraordinaria inteligencia y belleza.



Y, cómo no, la Corneja negra (Corvus corone) que al igual que otros miembros de su familia suelen esconder alimentos enterrándolos en agujeros que ellos mismos excavan en el suelo.



Finalizo esta entrada con una de las aves que, como podréis comprobar, luce un plumaje sumamente bello y llamativo, pero que resulta sumamente difícil de observar y aún más fotografiar decentemente. Me estoy refiriendo a la Oropéndola europea (Oriolus oriolus).



Ella también se quiso sumar al festín que suponía tener un almendro repleto de almendrucos y a primeras horas de la mañana no desperdiciaba la ocasión para compartir junto con el resto de las aves antes descritas ese rico manjar que son las almendras aún inmaduras.



También pude localizar a otro bello ejemplar macho disfrutando de los frutos de una morera blanca y a escasos metros a una muy huidiza y tímida hembra haciendo lo propio con los frutos de una mimbrera.



En mi caso particular, desde siempre, el escuchar su particular y original canto de tipo aflautado con variaciones de tono, me resulta irresistible iniciar el intento de su localización que en la mayoría de los casos, como es el que me ha ocurrido de nuevo este verano, se alarga durante varios días, hasta que las encuentro y consigo realizarles alguna fotografía medianamente decente.



Se trata de un canto inconfundible que se deja escuchar a larga distancia y que habitualmente alterna con otros llamativos sonidos roncos y chillones que recuerdan bastante a los graznidos que emiten los arrendajos.



Acostumbran a emitir su canto a primeras horas de la mañana y al finalizar la tarde y casi siempre desde las ramas más elevadas de los árboles más altos, lo cual, unido a que se trata de unas aves aves muy discretas y huidizas, dificulta enormemente su localización y fotografía.



Eso sí, cuando las podemos localizar o ver pasar fugazmente volando, aunque sea de manera breve, se puede apreciar la gran belleza de su plumaje de un amarillo radiante que contrasta notablemente con el negro de sus alas, especialmente el de los machos, ya que las hembras tienen un plumaje más apagado, al igual que los juveniles.



Tiene un tamaño mediano de unos 24 cm de longitud, con una envergadura de unos 45 cm y un peso que puede llegar a los 80 gr. En esta especie existe un fuerte dimorfismo sexual. Los machos adultos tienen todo el cuerpo, por encima y por debajo, de un color amarillo vivo o dorado intenso. En la cara destaca una gruesa brida negra por delante del ojo y una lista ocular muy corta y también negra, por detrás del ojo.



Sus alas son anchas, redondeadas y algo apuntadas. Son de color negro con una mancha amarilla en su zona media, junto al borde externo, que se corresponde con el extremo de las coberteras primarias. La cola es medianamente larga, ancha y ligeramente redondeada. Es igualmente amarilla, aunque presenta una ancha banda terminal negra.



El pico es medianamente largo y de color rojizo. Los ojos son grandes, con el iris de color pardo rojizo y están rodeados de un fino anillo periocular de color parduzco.



Las hembras por la parte superior son de un color oliváceo-amarillento claro muy parecido al del pito real. La cara es de color grisáceo-blanquecino, así como la garganta y la parte anterior del cuello. De ese mismo color es la parte inferior y parte de los flancos, pero en ellas destacan pequeñas líneas verticales de color oliváceo-grisáceo. Las plumas primarias y secundarias están ribeteadas de color blanquecino. La franja amarilla de la cola es algo más estrecha y es de un color amarillo más pálido que el de los machos. El pico es rojo sucio.



El tener ese bello y llamativo plumaje tiene el serio inconveniente de atraer miradas indeseables de potenciales depredadores terrestres, que pueden poner en riesgo a los nidos mientras los adultos (macho y hembra) incuban. Como aves muy inteligentes que son, la solución que han dado a este importante problema es la de construir sus nidos en las horquillas horizontales de las ramas más finas de los árboles más altos, para que así cualquier potencial depredador terrestre que pudiera descubrir sus nidos tras seguir su vuelo visualmente, al intentar alcanzar el nido, su peso haga ceder la rama, impidiéndole alcanzar su objetivo.



Por otro lado, para defenderse frente a los potenciales depredadores aéreos, las Oropéndolas actúan como aves muy territoriales adoptando un comportamiento muy valiente y agresivo cuando se defienden o tratan de expulsar de sus territorios a otras especies, aunque sean de mayor tamaño, como es el caso de los Arrendajos, Cucos, Cernícalos, Urracas e incluso los Ratoneros. Sus principales armas para conseguir este objetivo son, aparte de tener un gran valor, un vuelo muy ágil y un pico aguileño que podría saltarle un ojo a cualquier depredador que ose amenazar a los suyos.



Claro está que el construir sus nidos en las ramas horizontales más finas y altas, tiene el serio inconveniente de poder ser derribados con las ráfagas de viento típicas de la época primaveral. Para evitar este importante contratiempo, de nuevo hacen gala de su ingenio y utilizan para la construcción del nido fibras elásticas y frescas que los adultos arrancan con su poderoso pico de las ramas verdes y que utilizan para tejer sus nidos en forma de cuenco, de forma que resistirán las violentas sacudidas mucho mejor que los materiales rígidos y, aparentemente más resistentes, que otras aves usan. Además, las Oropéndolas desde que nacen vienen provistas de unas poderosas garras que permiten a los pollos, incluso cuando son realmente pequeños, aferrarse al fondo del nido y evitar, de este modo, salir disparados en caso de vendavales.



El significado etimológico de la Oropéndola europea (Oriolus oriolus) proviene del término del latín clásico “aureolus-a-um”: dorado (diminutivo de aureus: de color de oro + sufijo diminutivo – “olus”. Es decir, ave pequeña (-olus) de color dorado o de oro.



Es interesante comentar que la denominación en castellano “Oropéndola” proviene del latín “auri punnila” significa "plumita de oro" ya que el término “auri” proviene de “aureus” que significa dorado y “punnila” es el diminutivo de penna o pinna que tiene el significado de pluma o ala. Es muy probable que dicho término esté relacionado con péndola o péndulo (pendiente), en razón al nido suspendido y colgante que construye la Oropéndola. También en francés recibe a menudo el nombre común de court-pendu, que hace probablemente alusión a su nido suspendido.



La Oropéndola europea llega a la Península Ibérica a comienzo del mes de abril e inicia el viaje de vuelta a sus cuarteles africanos de invierno sobre el mes de agosto. Unos 3.000 Km recorren en cada viaje las oropéndolas que visitan Europa desde Kenia, Uganda y Tanzania, entre otros países africanos. En la Península Ibérica se comporta como un ave estival nidificante.
En España se trata de un ave estival, con invernada en el África subsahariana. Las primeras observaciones se producen a mitad de abril, con ocupación rápida de los territorios a finales de ese mes y principios de mayo. Los machos llegan 7-10 días antes que las hembras, y hasta últimos de mayo pasan ejemplares en tránsito hacia el norte de Europa. La migración otoñal se inicia a primeros de agosto.


La Oropéndola o pájaro oriol (y no me estoy refiriendo a el político catalán) es el origen del nombre propio masculino Oriol en Cataluña y Oriole en el sur de Francia, así como también da nombre a la ciudad de Orihuela, cuyo emblema es un oriol coronado con corona real, con alas a medio desplegar y como tal aparece en la bandera de la ciudad (Estandarte de la Ciudad de Orihuela o Pendón de Orihuela), la cual sólo se exhibe públicamente el día de la conmemoración del 17 de julio con el tradicional desfile del Pájaro del Oriol (Día del Pájaro). La bandera oriolana es una de las banderas más antiguas de España y cuenta con privilegios históricos de no inclinarse ante nadie, salvo ante Dios y el Rey; por ello la bandera está considerada uno de los símbolos de mayor tradición de España. Posee los títulos de Real y Gloriosa.


Y hasta aquí llega ésta nueva entrada en la que he pretendido plasmar lo que da de sí un jardín particular en el que los almendros allí plantados en su momento atraen a una gran  número de interesantes especies de aves que pusieron en práctica el conocido y popular "truco del almendruco". Con ella completo la extensa serie de reportajes fotográficos que en unos días de paso pude realizar pajareando por la Sierra N.O. de Madrid. Espero os hayan resultado interesantes. Una vez más, gracias por visitar mi blog.

2 comentarios:

  1. Pues sí que te dieron juego el jardín y los almendros, vaya colección de interesantes especies pudiste observar y fotografiar. Enhorabuena José Ignacio, como dices no es nada fácil fotografiar a las oropéndolas dado su caracter esquivo y reservado. Saludos.

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  2. Muchas gracias Julio. Siempre tan amable. Saludos.

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