Al igual que en años anteriores, quiero dedicar unas cuantas entradas al blog, con los reportajes fotográficos más destacables que, a lo largo de ésta nueva migración prenupcial, he podido realizar a unas cuantas especies de aves limícolas a las que he tenido la oportunidad de observar en diferentes hábitats de la costa central asturiana.
La primera de ella se trata de una de las especies de ave limícola más bella, llamativa y más esperada cada periodo migratorio por los aficionados a la fotografía de aves por la zona costera central de Asturias, me estoy refiriendo a la Aguja colipinta (Limosa lapponica).
Un ave limícola de la que, desde mi particular experiencia, este año hemos podido disfrutar poco si lo comparamos con años precedentes, en los que en ésta época permanecían durante semanas y en considerable número de ellas alimentándose y descansando en los arenales de nuestras playas.
Sin embargo, ésta primavera hubo unos pocos días de una gran irrupción de ejemplares pero que permanecían poco tiempo con nosotros y enseguida continuaban su periplo migratorio hasta llegar a sus lugares de reproducción en el norte de Europa. Probablemente esta circunstancia esté en relación con las condiciones climáticas que tuvimos en ese inicio de la primavera y que quisieron aprovechar para proseguir con más facilidad su largo periplo migratorio.
Las he podido observar y fotografiar habitualmente formando bandos de más o menos ejemplares y en muchas ocasiones acompañadas de zarapitos trinadores.
Tal vez por eso, y siempre comparando con anteriores temporadas, me pareció que presentaban un comportamiento mucho más desconfiado y los pocos ejemplares que pude observar en los arenales de las playas en los que pude localizar, enseguida se alzaban al vuelo ante la presencia humana o canina, aunque fuera a cierta distancia, cosa que no ocurría en temporadas anteriores en las que se exhibían un comportamiento mucho más confiado.
También las pude observar y fotografiar en pleno vuelo migratorio por la rasa costera atravesando zonas de campos de labranza.
Normalmente en cuanto llegan a nuestras playas es muy fácil poderlas localizar, ya que no cesan de alimentarse en la zona intermareal por donde deambulan de un lado para otro, permitiendo, con un poco de paciencia, poderles realizar un buen puñado de fotografías según se van acercando a nuestra posición.
Además, en esta migración prenupcial, nos permiten poder disfrutar de los distintos tipos de plumaje:
El de otoño-invierno…
…los de transición al más llamativo de ellos, el nupcial, y…
… el puramente nupcial (periodo reproductor) de primavera-verano.
Aparte de los diferentes tipos de plumaje con los que las podemos observar en esta época, llama inmediatamente la atención un sobresaliente pico, muy alargado y fino, que ha dado origen a su denominación común de “aguja” y que contrasta con el de otras limícolas migradoras con las que comparte su espacio.
Pero es aún si cabe más llamativo, presenciar con qué facilidad penetran verticalmente una y otra vez, toda la longitud de su pico en el interior de la arena, a modo de como lo haría una “máquina de coser”. Parece mentira que ese gran pico entre tan fácilmente en toda su longitud y no sólo con la punta, como hacen otras limícolas vecinas.
La pregunta que inmediatamente nos hacemos es la de cómo son capaces de localizar estas aves bajo la tierra su alimento, si no son capaces de ver en su interior? La respuesta a esta interesante duda viene dada por la presencia de los denominados corpúsculos de Herbst, que corresponden a los corpúsculos de Pacini de los mamíferos y que son unas terminaciones nerviosas que tienen en la membrana mucosa de la lengua, aberturas del pico y en otras partes del cuerpo y que les permiten a estas aves sentir las presas bajo la arena mojada o húmeda.
Al parecer estos corpúsculos los utilizan para sentir las vibraciones que ocasionan las presas al moverse en el interior de la arena. A través de ellos, estas aves sienten cambios de presión en el agua desplazada bajo la arena cuando las presas obstruyen el flujo del agua, de ahí que si la arena está seca, no les funcionan tan bien como cuando la arena está mojada.
Otra característica interesante de esta especie y que también poseen otras aves limícolas como las agachadizas o los zarapitos reales, es la denominada “rincocinesis”, que consiste en la posibilidad o facultad de doblar la mandíbula superior hacia arriba o abajo, gracias a una zona flexible en la base del pico o cerca de la punta según las especies, y que les permite abrir el pico cuando están introducido en el sustrato donde viven sus presas, logrando una delicada manipulación de éstas.
Estas aves pueden abrir sólo la punta del pico, estando el resto cerrado lo que les proporciona una sensibilidad extra que les viene muy bien, ya que les permite tanto detectar por el tacto presas enterradas en el limo como capturar pequeñas partículas presentes en la superficie del agua, a las que esta mínima abertura del pico, obliga a subir sin esfuerzo para el ave por tensión superficial.
Pero a la hora de observar y fotografiar a esta llamativa especie hay algo que no debemos olvidar y que debemos valorar de una manera extraordinaria, me estoy refiriendo al record que ostenta esta especie y que no es otro que el del récord del vuelo sin paradas más largo registrado para un ave migratoria.
Efectivamente, en el año 2007, un estudio dirigido por el investigador Phil Battley, del Grupo de Ecología de la Universidad de Massey (Nueva Zelanda), demostró que la subespecie “Limosa lapponica Bauer” realizó el vuelo más largo sin paradas que ninguna otra ave había conseguido.
Para comprobar esto se realizó un seguimiento por satélite, de varias de estas aves que previamente habían sido marcadas y dotadas de un mini transmisor de localización por satélite y alimentación solar. En el primer viaje registrado (marzo), se hizo su seguimiento desde Nueva Zelanda hasta el Mar Amarillo en China y según el Dr. Clive Minton (del Australasian Wader Studies Group) "La distancia entre estos dos lugares es de 9.575 km, pero la ruta real seguida por esta ave fue de 11.026 km”. Éste es el vuelo más largo sin paradas conocido en algún ave. El vuelo duró aproximadamente 9 días. Más tarde (mayo), fue una hembra en especial de la bandada, apodada "E7", la que voló desde China hasta Alaska (6.500 kilómetros restantes) de una segunda tacada y permaneció allí durante la estación de cría.
Meses más tarde, el 29 de agosto de 2007, esa misma ave partió en un vuelo sin paradas desde la península de Avinof en Alaska occidental, hasta el Río Piako, cerca de Thames, Nueva Zelanda, estableciendo un nuevo récord de vuelo conocido de 11.570 km en ocho días, sin parar una sola vez. Es esta última etapa la que más asombra a los biólogos.
A diferencia de otras aves migratorias, que se detienen para comer, beber o dormir y descansar durante sus largos viajes, la aguja no deja de volar hasta que llega a su destino (11.000 km desde Alaska hasta sus áreas de estación no reproductiva en Nueva Zelanda) pasando a través de ciclones, tormentas, vientos en contra, volando y volando durante días y noches.
Se calcula que en ese largo viaje pierden la mitad de su peso corporal mientras vuelan, por lo que antes de la migración, el 55 por ciento del peso corporal es grasa acumulada para dar energía a este viaje ininterrumpido. Duermen alternando una parte del cerebro que desactivan.
La Aguja colipinta tienen un gran parecido con la Aguja colinegra de la que se diferencian fundamentalmente porque no tienen franja blanca en las alas, porque la cola tiene unas finas barras horizontales de color marrón en vez de franjas negras, porque el obispillo termina en punta hacia el dorso, en vez de recto y porque sus patas son más cortas, al igual que su pico el cual tiene una ligera corvadura hacia arriba que no tiene el de la Aguja colinegra.
Están descritas tres subespecies de Limosa lapponica:
Limosa lapponica lapponica. Cría desde Escandinavia hasta la Península de Taimir (Siberia, Rusia); inverna en las costas occidentales de Europa y África desde las Islas Británicas y Holanda hasta Sudáfrica, y también alrededor del Golfo Pérsico. Es la subespecie más pequeña.
Limosa lapponica menzbieri. Cría desde la península de Taimir hasta el delta del Río Kolyma; inverna en el sureste de Asia y en Australia. Es intermedia entre las otras dos subespecies.
Limosa lapponica baueri. Cría en el extremo nordeste de Asia al este del Río Kolyma, y en Alaska occidental; inverna en Australia y Nueva Zelanda. Es la subespecie más grande.
Como podemos comprobar, podemos encontrar a la Aguja colipinta en alguna de sus tres subespecies, en cualquiera de los cinco continentes y más concretamente criando en el norte de Eurasia y en Alaska, y pasando el invierno en áreas costeras de Europa occidental, África, sureste asiático y Oceanía.
En la Península Ibérica no cría y su presencia se limita a lo largo de los pasos migratorios de abril a junio (paso prenupcial) y finales de agosto a octubre (posnupcial) y con mucha menor frecuencia, durante el periodo invernal y aún menos, durante el verano. Las podemos encontrar fundamentalmente en las costas del Atlántico y del Cantábrico. También aparecen en el sur de Andalucía (bahía de Cádiz, estrecho de Gibraltar), el delta del Ebro y en Canarias. En el Mediterráneo aparecen muy escasamente.
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El hábitat preferido de esta especie son las zonas costeras o próximas a ellas, como son los estuarios, bahías, marismas, aguazales, rías y playas, mientras que el de su pariente, la Aguja colinegra es más de interior.
Se alimentan fundamentalmente de gusanos, insectos (pulgas de arena) y pequeños moluscos y crustáceos.
El periodo reproductivo transcurre durante el mes de mayo y lo pasan en tierras del norte de Escandinavia y de Siberia. Sus nidos consisten en una pequeña depresión que excavan en el terreno o sobre alguna elevación en terreno pantanoso o entre la vegetación rala y que luego recubren con hojas y líquenes. Ponen habitualmente entre 2-4 huevos y la incubación viene a durar unos 21 días aproximadamente. Las crías son nidífugas y a las pocas horas de nacer abandonan el nido.
En cuanto a las amenazas a las que se puede ver sometida esta especie, decir que al igual que en otras limícolas, los aspectos medioambientales que alteren o destruyan sus principales fuentes de alimentación les puede afectar notablemente, al igual que las alteraciones o destrucción de su hábitat en las zonas de reproducción, incluidas las molestias que es esa época les pueda ocasionar el ser humano. La Aguja colipinta está incluida en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial.
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