A mediados del pasado mes de marzo inicié una serie de publicaciones dedicadas a una de las aves acuáticas más llamativas y fotogénicas que podemos encontrar en Europa. Me estoy refiriendo al bello y elegante Somormujo lavanco (Podiceps cristatus).
En una primera ocasión, mi objetivo fue el de retratar a esta especie luciendo su bello y llamativo plumaje nupcial, una tarea que siempre apetece realizar dada su gran fotogenia.
Más tarde el reto consistió en poder captar a la pareja realizando su llamativo y curioso cortejo nupcial. Un complejo ritual que precede al definitivo emparejamiento y que se repetirá en numerosas ocasiones durante el período reproductivo.
Ahora, fruto de esos emparejamientos, tocaba captar a esa misma pareja llevando a cabo la difícil y costosa tarea de sacar adelante a su prole y de esta manera completar el ciclo de entradas dedicadas a esta elegante especie.
Los protagonistas elegidos en todas estas ocasiones fue una pareja de Somormujo lavanco que, al igual que años anteriores, se encontraban criando en el Embalse de Trasona (Corvera. Asturias).
Esa pareja estaba intentando sacar adelante a sus tres descendientes y para ello se tienen que esforzar bastante en conseguir suficientes víveres para satisfacer a esas tres ansiosas crías que no hacen otra cosa que pensar en recibir alimentos de sus afanados progenitores.
A finales del mes de marzo o principios del de abril, ambos progenitores comienzan la construcción de un nido flotante escondido a menudo entre la vegetación palustre de la orilla o sobre el lecho acuático.
Normalmente la hembra solo realiza una puesta de entre 3 y 6 huevos. La incubación dura entre 27 a 29 días y es compartida por ambos sexos que también colaboran en las tareas de alimentación y cuidado de las crías.
Los pollos abandonan el nido a las pocas horas de nacer, subiéndose en las espaldas de los padres para refugiarse (ocultos entre sus alas) y desplazarse, incluso cuando éstos se sumergen en busca de alimento.
A las siete semanas son capaces de alimentarse solos y un par de semanas después están dispuestos para independizarse.
Los adultos defienden con celo los huevos y los polluelos, los cuales se sumergen rápidamente ante una situación de peligro.
A las seis semanas ya son capaces de bucear, y a las diez, pueden independizarse y procurarse el alimento por sí mismos.
En este cuadro podemos apreciar de una manera más gráfica el cronograma de la crianza del Somormujo lavanco (Podiceps cristatus).
Estaréis conmigo en el Somormujo lavanco (Podiceps cristatus) es de por sí un ave con una belleza y elegancia especial que siempre apetece fotografiar dada su gran fotogenia. Si a eso le añadimos el poderle observar y fotografiar en pareja tratando de sacar adelante a sus tres minúsculos descendientes la satisfacción es mucho mayor.
Para ello se tienen que esforzar bastante en conseguir suficientes víveres para satisfacer a esas tres ansiosas crías que no hacen otra cosa que pensar en recibir alimentos de sus afanados progenitores.
Como podréis observar los polluelos suben inmediatamente a la espalda de los padres, escondiéndose bajo las alas. Esto les protege del frío y de depredadores.
Su alimentación es a base de pequeños peces, larvas de insectos y crustáceos.
Ambos progenitores tienen un reparto de roles y se turnan para buscar alimento y transportar a los polluelos.
Los polluelos al nacer son pequeños, alargados y de aspecto frágil, con un cuerpo adaptado desde muy temprano a nadar.
El cuello es relativamente corto en comparación con el de los adultos, pero empieza a desarrollarse pronto.
En la cabeza presentan unas listas longitudinales negras y blancas, dándoles un aspecto “cebrado” que funcionan como camuflaje en el agua y entre vegetación.
El pico es relativamente corto y recto, de color grisáceo o rosado.
Tienen una mancha rojiza o anaranjada en la frente o sobre el pico, más visible en algunos ejemplares, que se va difuminando con el crecimiento.
La parte ventral suele ser más clara o blanquecina.
Desde muy temprano poseen los dedos lobulados típicos de los somormujos, lo que les permite nadar con destreza incluso pocas horas después de nacer.
Como ya conoceréis el Somormujo lavanco es un experto buceador, capaz de permanecer sumergido casi un minuto para pescar a sus presas, y prefiere sumergirse para escapar de los peligros antes que volar.
Sus patas están situadas muy atrás en el cuerpo, lo que lo convierte en un excelente nadador y buceador, pero lo hace torpe y desequilibrado en tierra.
Carecen de los penachos auriculares y del plumaje ornamentado del adulto.
Aunque saben nadar, pasan mucho tiempo sobre la espalda de los padres, camuflándose entre el plumaje, lo que aumenta su supervivencia.
Cuando se ocultan en el dorso, solo asoman la cabeza rayada, que recuerda al plumaje de las cañas acuáticas, favoreciendo el mimetismo.
En resumen, los polluelos de somormujo lavanco se distinguen por su plumaje rayado en blanco y negro, su mancha frontal rojiza, y sus patas lobuladas funcionales desde el nacimiento, lo que los hace nadadores precoces aunque dependientes del transporte y protección de los adultos.
Entre las curiosidades a destacar de ésta época de crianza cabe destacar que cuando un polluelo va en la espalda de sus padres y pide comida, el adulto a veces lo hunde suavemente para obligarle a nadar y ejercitarse.
También resulta curiosa la alimentación forzada de los polluelos con plumas que efectúan los padres. Esto actúa como filtro en el estómago para retener espinas y restos de peces. El Somormujo lavanco está catalogado en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas como “De interés especial”.
Las principales amenazas a las que está sometido son la caza incontrolada, la pérdida de hábitats naturales, variaciones en el nivel del agua que pueden frustrar la nidada, contaminación.
Sí que son una preciosidad y emociona seguirlos en directo. Gran trabajo, felicidades.
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