Al contrario de lo que nos encontramos en la entrada anterior en la que nos referíamos a la distribución en España del Alcaudón real (Lanius meridionalis) que, como vimos, está presente en todo el territorio salvo en la zona del norte de la cordillera Cantábrica y los Pirineos, hoy presento a un pajarillo con un colorido espectacular (“el pájaro rojo” que ya así describió Aristóteles). Podríamos decir que tiene una distribución antagónica al Alcaudón real, ya que éste se establece casi en exclusividad, en la porción septentrional de la península Ibérica.
Efectivamente, la subespecie iberiae del Camachuelo común es una especie residente habitual entre el corredor formado por el mar y las montañas del norte de Castilla y León, montes vasco-navarros y sierras prepirenaicas, al que hay que añadir el territorio gallego y, en muy escaso número, en el Sistema Ibérico. Es muy rara en el resto de la península y no cría ni en Baleares ni en Canarias.
Alcaudón real
Camachuelo común
Están presentes en Europa y Asia y, en España su número aumenta durante el período invernal debido a la llegada de aves procedentes de Europa (Francia y Reino Unido), época en la que se les puede ver también en la zona centro y más raramente en el sur.
Perteneciente al orden de las Passeriformes, familia de los Fringillidos y género Pyrrhula, el Camachuelo común tiene aspecto rechoncho con unas dimensiones de entre 14 y 16 cm de longitud, pudiendo alcanzar una envergadura de entre 22 y 29 cm y un peso de hasta los 25 gramos.
Como vamos a ver a continuación, existe un marcado dimorfismo sexual en esta especie.
Los machos tienen el dorso de color gris ceniza, excepto el obispillo que es blanco. Los lados de la cara, cuello, pecho, flancos y la parte anterior del vientre son de un vivo color rojo asalmonado. El bajo vientre y la zona caudal inferior es de color blanco.
Su cabeza es grande y tienen un capirote de color negro brillante que se extiende por el píleo, la parte superior de la cara y la garganta. Este capirote incluye al ojo dentro de él pero sin sobrepasarlo por su parte inferior.
Tienen un pico grueso, corto y cónico de color negro. Los ojos son grandes, de color pardo y están rodeados de un fino anillo periocular de color negruzco.
Las alas son cortas, anchas y redondeadas y de un color negro azulado brillante con una llamativa franja blanco-grisácea. La cola también es de color negro azulado. Las patas son medianamente largas y son de color pardo.
Las hembras en general son de un colorido más discreto. Al igual que los machos tienen la cabeza de color negro pero más mate. El dorso también es de color gris ceniza pero con una zona de color pardo rosáceo a la altura de las plumas coberteras.
Durante el otoño e invierno tienen el pecho, los flancos garganta, lados de la cara, cuello y vientre de color pardo rosáceo intenso en vez de rojo asalmonado de los machos, pero en primavera y verano ese color pardo adquiere un tono café claro.
Las alas y la cola son también negras pero menos azuladas que las del macho. La franja de las alas es de color blanco-grisáceo en vez de gris. El obispillo, el bajo vientre y las plumas infracobertoras de la cola son también blancas.
Los jóvenes se parecen a las hembras pero no tienen el capirote negro, tienen la cabeza, el dorso y las escapulares de color pardo oscuro. Tienen el obispillo de color blanco cremoso, lo mismo que la franja alar.
Acostumbran a criar en bosques mixtos y caducifolios (hayas, avellanos, robles, abedules, etc.) con abundante sotobosque de boj o arbustos espinosos, sotos fluviales. También los podemos encontrar en zonas con matorrales, jardines, parques, huertos y campos de árboles frutales (melocotoneros, ciruelos, etc.). Es más abundante en lugares próximos a cursos de agua.
Durante el invierno se reúnen en pequeños grupos, y aunque la población reproductora está considera como residente, habitualmente realizan pequeños movimientos altitudinales a zonas más templadas.
Su alimentación es omnívora a base de yemas de árboles caducifolios y de frutales, botones florales, flores, semillas de frutos carnosos y frutos secos. En verano completa su dieta con insectos y orugas.
Para obtener el alimento con frecuencia adoptan posturas acrobáticas similares a las de los páridos (carboneros y herrerillos).
El culmen (mandíbula superior del pico) presenta el borde muy afilado, especialmente adaptado para el corte de las yemas y los brotes, de ahí el nombre de Cortabrotes, Quitabrotes, Esgromero y Picaflor, que se da en Asturias a este pájaro.
Es un pájaro de carácter tranquilo y poco asustadizo, sobre todo cuando se encuentra en grupos.
Entre abril-julio las parejas construyen sus nidos con forma de cuenco entre las ramas de los arbustos, en los setos o en las zarzas. Para su elaboración utilizan pequeñas ramas muy finas, musgo y líquenes, después lo tapizan con raicillas, pelos y plumas.
La puesta comienza entre mediados de mayo y mediados de junio, pudiendo realizar segundas e incluso terceras puestas. Consta de 3 a 6 huevos. La hembra incuba los huevos durante unas dos semanas y los pollos son cebados por los progenitores con semillas e insectos hasta la tercera semana de vida, en que ya son completamente independientes.
A pesar del llamativo colorido de su plumaje (en el caso de los machos), no siempre resulta fácil verlo. De hecho, muchas veces nos percatamos de su presencia tan sólo al oír su característico reclamo, una especie de "viup", muy lastimero, que nos advierte que por allí se encuentra este pájaro. De no ser por ello, es fácil que su presencia pase desapercibida, dada su discreción y la costumbre de estar oculto entre el follaje de árboles, arbustos y matorrales.
Aunque presenta una distribución relativamente amplia, se trata de una especie escasa y dependiente de los medios arbolados, sobre todo caducifolios. Por ello, la alteración del hábitat es el principal problema de conservación.
Este hábitat desaparece cuando las campiñas o los bosques autóctonos de hayas y robles son reemplazados por repoblaciones de pinos y eucaliptos para su explotación maderera. Igualmente se ve afectado negativamente por la “limpieza” de los bosques, ya que depende de los arbustos para la nidificación. Por último, también constituye una amenaza para esta especie su captura por pajareros y propietarios de huertos frutales así como la utilización de plaguicidas en el tratamiento de árboles frutales. El uso de insecticidas no sólo puede causar muerte directa, sino que puede afectar a la fertilidad de las poblaciones.
En el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas se considera como “De interés especial”.
Esta vez te has salido macho
ResponderEliminarGracias amigo. Me alegro que te guste.
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