Continuo con éstas extensas entradas dedicadas a la diversas especies de aves limícolas que he podido fotografiara por la costa central asturiana a lo largo de la pasada migración postnupcial, y hoy le toca el turno a una emblemática especie que todos los años nos visita en la playa de Bañugues en el concejo de Gozón (Asturias), me refiero a la Aguja colipinta (Limosa lapponica lapponica).
Fuimos muchos los fotógrafos de aves que nos acercamos a observar y fotografiar a este ejemplar que durante semanas permaneció en el arenal de esa playa.
Su extraordinaria confianza con el ser humano facilitó en gran manera el poder obtener fotografías de primeros planos que muy difícilmente se pueden lograr con otras especies de aves limícolas.
Como acostumbra a ser habitual, se desplazaba de un lado para otro por la zona intermareal de la playa, pero en vez de ir alejándose poco a poco de los observadores y fotógrafos, en múltiples ocasiones, ésta confiada ave se acercaba cada vez más hasta nuestra posición, llegando al punto de sobrepasar la distancia focal de los teleobjetivos que habitualmente utilizamos para fotografiar aves a distancia.
En las diversas entradas que le he dedicado a esta bella y espectacular especie siempre me viene a la cabeza la reflexión de que los aficionados que desarrollamos nuestra afición en los ambientes costeros de nuestro país tenemos el gran privilegio de poder observar y fotografiar, sin apenas dificultad, especies como nuestra protagonista que son bastante difíciles de observar el otras regiones del interior.
Digo esto porque en la Península Ibérica la Aguja colipinta no cría y su presencia se limita a lo largo de los pasos migratorios de abril a junio (paso prenupcial) y finales de agosto a octubre (posnupcial) y con mucha menor frecuencia, durante el periodo invernal y aún menos, durante el verano. Las podemos encontrar fundamentalmente en las costas del Atlántico y del Cantábrico. También aparecen en el sur de Andalucía (bahía de Cádiz, estrecho de Gibraltar), el delta del Ebro y en Canarias. En el Mediterráneo aparecen muy escasamente.
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Cierto es que a lo largo de la migración postnupcial los diversos plumajes prenupciales y nupciales que exhiben en esa época, nada tienen que ver con el que presentan a finales de paso postnupcial, pero aun así me parece espectacular poder observar a ésta guapa ave exhibiendo su largo pico para, poco a poco, ir alimentándose de los múltiples invertebrados que detectan con su pico.
Cómo comentaba anteriormente, al margen de los diferentes tipos de plumaje con los que las podemos observar en la migración prenupcial, llama inmediatamente la atención un sobresaliente pico, muy alargado (de 7-11 cm) y fino, que ha dado origen a su denominación común de “aguja” y que contrasta con el de otras limícolas migradoras con las que comparte su espacio.
Pero es aún si cabe más llamativo, presenciar con qué facilidad penetran verticalmente una y otra vez, toda la longitud de su pico en el interior de la arena, a modo de como lo haría una “máquina de coser”. Parece mentira que ese gran pico entre tan fácilmente en toda su longitud y no sólo con la punta, como hacen otras limícolas vecinas.
La pregunta que inmediatamente nos hacemos es la de ¿cómo son capaces de localizar estas aves bajo la tierra su alimento, si no son capaces de ver en su interior? La respuesta a esta interesante duda viene dada por la presencia de los denominados corpúsculos de Herbst, que corresponden a los corpúsculos de Pacini de los mamíferos y que son unas terminaciones nerviosas que tienen en la membrana mucosa de la lengua, aberturas del pico y en otras partes del cuerpo y que les permiten a estas aves sentir las presas bajo la arena mojada o húmeda.
Al parecer estos corpúsculos los utilizan para sentir las vibraciones que ocasionan las presas al moverse en el interior de la arena. A través de ellos, estas aves sienten cambios de presión en el agua desplazada bajo la arena cuando las presas obstruyen el flujo del agua, de ahí que si la arena está seca, no les funcionan tan bien como cuando la arena está mojada.
Al hilo de esto, me parece muy interesante recordar el experimento que realizaron en China para estudiar la causa de que las palomas vuelen asustadas en estampida, previo a la ocurrencia de un terremoto. Se sabe que las palomas tienen más de 100 corpúsculos de Herbst en el periostio de los huesos de las patas (entre la tibia y la fíbula o peroné) y que estos actúan como receptores de vibración, siendo éste el mecanismo que provoca el vuelo en estampida que realizan las palomas antes de un terremoto.
Sabido es que cuando el nervio efector de un receptor es cortado, el paso de información del receptor al sistema nervioso central, queda bloqueado. Es precisamente esto lo que se hizo a un grupo de estas palomas y pudieron comprobar que durante el periodo de observación (aproximadamente un año) en que ocurrieron tres terremotos sensibles, estas palomas se mantuvieron todas quietas antes del temblor, mientras que el grupo de palomas control, sin operar, voló en estampida antes del movimiento telúrico. Estos datos sugieren que la respuesta de las palomas está relacionada con la función de los corpúsculos de Herbst que son capaces de captar las vibraciones premonitoras del sismo.
Otra característica interesante de esta especie y que también poseen otras aves limícolas como las agachadizas o los zarapitos reales, es la denominada “rincocinesis”, que consiste en la posibilidad o facultad de doblar la mandíbula superior hacia arriba o abajo, gracias a una zona flexible en la base del pico o cerca de la punta según las especies, y que les permite abrir el pico cuando están introducido en el sustrato donde viven sus presas, logrando una delicada manipulación de éstas.
Estas aves pueden abrir sólo la punta del pico, estando el resto cerrado lo que les proporciona una sensibilidad extra que les viene muy bien, ya que les permite tanto detectar por el tacto presas enterradas en el limo como capturar pequeñas partículas presentes en la superficie del agua, a las que esta mínima abertura del pico, obliga a subir sin esfuerzo para el ave por tensión superficial.
Pero a la hora de observar y fotografiar a esta llamativa especie hay algo que no debemos olvidar y que debemos valorar de una manera extraordinaria, me estoy refiriendo al record que ostenta esta especie y que no es otro que el del récord del vuelo sin paradas más largo registrado para un ave migratoria.
Efectivamente, en el año 2007, un estudio dirigido por el investigador Phil Battley, del Grupo de Ecología de la Universidad de Massey (Nueva Zelanda), demostró que la subespecie “Limosa lapponica Bauer” realizó el vuelo más largo sin paradas que ninguna otra ave había conseguido.
Para comprobar esto se realizó un seguimiento por satélite, de varias de estas aves que previamente habían sido marcadas y dotadas de un mini transmisor de localización por satélite y alimentación solar. En el primer viaje registrado (marzo), se hizo su seguimiento desde Nueva Zelanda hasta el Mar Amarillo en China y según el Dr. Clive Minton (del Australasian Wader Studies Group) "La distancia entre estos dos lugares es de 9.575 km, pero la ruta real seguida por esta ave fue de 11.026 km”. Éste es el vuelo más largo sin paradas conocido en algún ave. El vuelo duró aproximadamente 9 días. Más tarde (mayo), fue una hembra en especial de la bandada, apodada "E7", la que voló desde China hasta Alaska (6.500 kilómetros restantes) de una segunda tacada y permaneció allí durante la estación de cría.
Meses más tarde, el 29 de agosto de 2007, esa misma ave partió en un vuelo sin paradas desde la península de Avinof en Alaska occidental, hasta el Río Piako, cerca de Thames, Nueva Zelanda, estableciendo un nuevo récord de vuelo conocido de 11.570 km en ocho días, sin parar una sola vez. Es esta última etapa la que más asombra a los biólogos.
A diferencia de otras aves migratorias, que se detienen para comer, beber o dormir y descansar durante sus largos viajes, la aguja no deja de volar hasta que llega a su destino (11.000 km desde Alaska hasta sus áreas de estación no reproductiva en Nueva Zelanda) pasando a través de ciclones, tormentas, vientos en contra, volando y volando durante días y noches.
Se calcula que en ese largo viaje pierden la mitad de su peso corporal mientras vuelan, por lo que antes de la migración, el 55 por ciento del peso corporal es grasa acumulada para dar energía a este viaje ininterrumpido. Duermen alternando una parte del cerebro que desactivan.
Retomando el tema que nos ocupa hoy, decir que la Aguja colipinta pertenece a la familia “Scolopacidae” y al género “Limosa”. Su tamaño oscila entre los 37 a los 41 cm de longitud de pico a cola, con una envergadura de aproximadamente 70-80 cm. Los machos pesan de 190 a 400 g y las hembras de 260 a 630 g. Existe dimorfismo sexual en esta especie, y además, las hembras son ligeramente más grandes que los machos.
Están descritas tres subespecies de Limosa lapponica:
Limosa lapponica lapponica. Cría desde Escandinavia hasta la Península de Taimir (Siberia, Rusia); inverna en las costas occidentales de Europa y África desde las Islas Británicas y Holanda hasta Sudáfrica, y también alrededor del Golfo Pérsico. Es la subespecie más pequeña.
Limosa lapponica menzbieri. Cría desde la península de Taimir hasta el delta del Río Kolyma; inverna en el sureste de Asia y en Australia. Es intermedia entre las otras dos subespecies.
Limosa lapponica baueri. Cría en el extremo nordeste de Asia al este del Río Kolyma, y en Alaska occidental; inverna en Australia y Nueva Zelanda. Es la subespecie más grande.
Como podemos comprobar, podemos encontrar a la Aguja colipinta en alguna de sus tres subespecies, en cualquiera de los cinco continentes y más concretamente criando en el norte de Eurasia y en Alaska, y pasando el invierno en áreas costeras de Europa occidental, África, sureste asiático y Oceanía.
El hábitat preferido de esta especie son las zonas costeras o próximas a ellas, como son los estuarios, bahías, marismas, aguazales, rías y playas, mientras que el de su pariente, la Aguja colinegra es más de interior.
Se alimentan fundamentalmente de gusanos, insectos (pulgas de arena) y pequeños moluscos y crustáceos.
Hasta aquí ésta nueva entrada que espero y deseo sea de vuestro agrado. Gracias.